La importancia de las aves rapaces para el ecosistema se remonta a tiempos inmemoriales, cuando se utilizaban como un método para conseguir alimento, además de inspirar a soldados en la batalla por su “vinculo” con las deidades.
No solo eso, también en la actualidad sirven para controlar plagas como la leishmaniasis y para ahuyentar la elevada población de palomas en las ciudades que destruyen las infraestructuras, además de evitar accidentes en aeropuertos como el de Madrid Barajas, donde controlan a las aves para que los aviones puedan despegar.
En la actualidad, estas aves destacan por su valor educativo “cuando niños y jóvenes ven volar a estos animales en libertad, con su récord de vuelo, aprecian más su valor para la naturaleza”, afirma Christian Cabrera, veterinario y conservador de Safari Madrid.
Este parque natural, ubicado en la localidad del sur de Madrid de Navalcarnero, nació en 1978 por la idea del naturalista y documentalista fallecido Félix Rodríguez de la Fuente, que se marcó el reto de concienciar a la gente sobre la importancia de proteger a las aves de cetrería. Un trabajo que inició con su mítica serie televisiva “El hombre y la tierra”, que se garbaba con animales adiestrados.
Ahora, varias décadas después, el parque continúa realizando las exhibiciones con aves rapaces y mamíferos que inició Rodríguez de la Fuente, como las primeras de Europa y “probablemente del mundo”, señala Cabrera.
“Desde Safari luchamos por la conservación y la importancia para el ecosistema de estas aves, son depredadores claves en el medioambiente, desde el águila real, un depredador incluso de pequeños carnívoros, hasta el búho más pequeño que nos ayuda con nuestra agricultura a mantener a raya a los topillos sin usar pesticidas dañinos”, apunta. “Luchamos por que haya un equilibrio entre nuestra vida cómoda actual, tal y como la conocemos, y el bienestar de los animales y en especial de las aves rapaces”, añade el veterinario de Safari.
El sistema que se emplea ahora para las exhibiciones, aunque similar al que inició el famoso naturalista, se ha profesionalizado con el paso de los años, creando el que hoy es el Departamento de Rapaces de Safari Madrid.
Entre las funciones que llevan a cabo estas rapaces actualmente, se encuentra una tan importante como la del control de plagas tan peligrosas como la leishmaniasis. Su papel fue fundamental en la erradicación de esta enfermedad en la zona sur de la región, donde un brote puso en peligro el bienestar social, hace más de una década.
Una plaga que se inició en el parque de Polvoranca, en Fuenlabrada, donde por su cercanía a varios cotos de caza, había una alta población de lagomorfos (conejos y liebres). La abundante presencia de agua en la zona y por tanto de mosquitos, hizo que estos picasen a los canes que paseaban por el parque, creando un repunte de esta enfermedad parasitaria tropical sin precedentes, allá por el año 2010.
El peligro llegó incluso a ser preocupante para los humanos -hubo 17 casos detectados- en quienes puede llegar a causar la muerte en más del 90% de los casos, según la Organización Panamericana de Salud.
Para acabar con ella, se trató de controlar la población de lagomorfos, algo que no era posible con la presencia de depredadores naturales como el zorro, ya que la enorme presencia de perros en la zona lo impedía. Por ello, se decidió recurrir a la caza con rapaces hasta llegar en todos estos años a cero contagios gracias a las labores de cetrería.
A día de hoy se mantiene un control periódico y las piezas capturadas por estas águilas y halcones, se analizan para confirmar que se mantiene el objetivo. Los cetreros entran puntualmente cada año para controlar esta población y el cambio ha sido radical. “Nosotros dejamos el parque totalmente distinto, mucho más natural, con un ecosistema mucho más sano”, afirma Cabrera.
Pero además de esta, también tiene otra labor, de protección de obras y monumentos en las ciudades. En este sentido, cuenta Christian como las crías de los halcones peregrinos, “las liberamos en el centro de las ciudades para controlar las palomas que con sus heces van destruyendo los monumentos y edificios de las ciudades como el Santiago Bernabéu. Las palomas no quieren estar al lado de su enemigo y el halcón lo que hace es desplazarlas al campo, que es donde deben estar”.
La cetrería o el "arte de la caza respetuosa" fue declarada por la Comunidad de Madrid Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial, el pasado mes de mayo por sus "valores ancestrales" y su tradición social y actividad recreativa transmitida entre generaciones.
“Estamos en un buen momento, tenemos un sitio donde entrenar a nuestras aves, y con la declaración de BIC de la cetrería y que esta esté protegida por la UNESCO, se nos ha dado una proyección que no soñábamos con ella, y hay una cantidad de cetreros enorme”, señala Cabrera.
Sobre si hay relevo generacional, apunta, “mi padre era cetrero, yo soy cetrero y parece que a mi hijo, aunque es pequeño, también le gusta el oficio, así que pueden seguir mi ejemplo”.
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