Tres meses de la desaparición de Ana Knezevich en Madrid: 90 días sin respuestas con el marido en el punto de mira

Este jueves se cumplen exactamente tres meses de la desaparición de Ana Knezevich, la mujer estadounidense de origen colombiano cuyo rastro se perdió el pasado 2 de febrero en el barrio de Salamanca de Madrid después de que pintaran con un spray negro las cámaras de seguridad de su edificio y dejara de responder a las llamadas y los mensajes de su círculo más cercano. El caso, en manos del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Nº 9 de la capital, que mantiene el foco sobre su marido como principal sospechoso, sigue sin tener respuestas.

Tanto familiares como amigas de Ana manifestaron desde el principio que la desaparición de la mujer de 40 años no fue voluntaria y que las declaraciones de su marido, David Knezevich, presentan contradicciones, algo de lo que también sospechan las autoridades españolas, que colaboran desde que trascendieron los hechos con el FBI, que realizó interrogatorios en Fort Lauderdale (Florida), donde convivía el matrimonio y donde tenían sus negocios y sus viviendas, las cuales ha procedido a intentar vender el marido de Ana tras perderse la pista de su esposa.

Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, asociación que ofrece apoyo a la familia de Ana, ha recordado este jueves desde la red social X los tres meses de la desaparición y la necesidad de que la ciudadanía siga colaborando para esclarecer lo ocurrido. Un mensaje que ha recibido el apoyo de Antonio del Castillo, el padre de Marta del Castillo, que también continúa con su lucha para encontrar a su hija desde 2009. Nadie entiende que no haya ninguna prueba que acerque a los agentes al paradero de Ana Knezevich. Lo último que se supo hace unas semanas era que los investigadores hallaron restos de ADN en la casa donde la mujer vivía de alquiler.

La desaparición de Ana en Madrid el pasado mes de febrero

Ana María Knezevich (apellido de casada) Henao, de 40 años, desapareció en un momento en el que comenzaba a rehacer su vida y organizaba planes de futuro. El mismo viernes, 2 de febrero, por la mañana, fue a ver un piso (porque el contrato de la vivienda en la que estaba desde diciembre en la calle Francisco Silvela acababa en marzo) y después pensaba quedarse en casa para descansar, tal y como manifestó a una amiga sobre las 22:00 horas.

Sin embargo, lo último que se sabe de Ana es que el sábado 3 de febrero llegaron dos mensajes de WhatsApp desde su móvil a dos amigas suyas que no parecían escritos por ella y que decían que se iba con un hombre que acababa de conocer, cuando nunca se había ido con extraños. Además, los mensajes presentaban contradicciones y su teléfono móvil se apagó desde entonces. Varias de sus amistades destacaron que, tiempo atrás, llegaron a pensar que su dispositivo y su correo electrónico podían estar hackeados.

La noche del viernes al sábado (del 2 al 3 de febrero), según los indicios, una persona con un casco de moto pintó con un spray negro las cámaras del bloque donde residía. Además, según una vecina, había luz en su casa sobre las 01:00 horas de la madrugada y la persiana estaba sin bajar, cuando siempre la bajaba. El domingo 4 de febrero se comprobó que la vivienda estaba vacía, la luz estaba ya apagada, y el lunes 5 de febrero se declaró la desaparición oficial, cuando Ana no acudió a un viaje programado a Barcelona con una amiga. Su entorno afirma que utilizaba una aplicación de citas, Bumble, pero que no estaba conociendo a nadie en particular en la actualidad.

Todo apunta a que raptaron a la mujer sin que ningún vecino escuchara nada. Las autoridades, que ya se centraron en la desaparición involuntaria, manejan varios escenarios y todavía siguen varias líneas de investigación; investigar y seguir los movimientos del teléfono móvil de Ana, así como sus dispositivos electrónicos (que desaparecieron) desde que se perdió sus rastro; seguir los movimientos de David Knezevich, que mantiene que aquel día estaba en Serbia (se informó de que se baraja que pudo alquilar un coche para viajar a España y no dejar rastro, y que pudo contratar a una persona para una tarea concreta); y descartar por completo cualquier posible implicación de otra persona del entorno de Ana en nuestro país.

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