Ana María Knezevich Henao, la mujer estadounidense de origen colombiano a la que se le perdió la pista en Madrid el pasado 2 de febrero de 2024, continúa en paradero desconocido. La Policía Nacional y el FBI trabajan para saber qué le ocurrió, mientras la investigación ha pasado a un juzgado especialista en violencia de género. Se han hallado índices de criminalidad en el caso y se descarta que se marchase voluntariamente. Su marido, David Knezevich, con el que estaba en trámites de divorcio, se ha negado a pasar la prueba del polígrafo, según ha podido saber 'Caso Abierto'.
La mujer, de 40 años de edad, vivía de alquiler en Madrid desde diciembre. Se estaba divorciando de su marido tras 13 años de matrimonio y trataba de iniciar una nueva vida en la capital, donde ya había hecho algunos amigos.
En ese proceso de separación, que desde el lado de los allegados de Ana María no dudan de catalogar de muy duro, al contrario que por la parte de David, las principales dificultades que encontraron era el reparto de la empresa tecnológica que ambos poseían en Florida: mientras ella optaba por una división equitativa, él pretendía llevarse un 75 por ciento de la compañía, aseguró a EFE el presidente de SOS Desaparecidos y portavoz de la familia, Joaquín Amills. A este respecto, además, señala que la familia ha tenido conocimiento de que el marido, mientras se encuentra en su Serbia natal, ha comenzado a vender buena parte del patrimonio compartido.
El letrado de este, Ken Padowitz, quien en su página web dice llevar 35 años dedicado de forma exclusiva al derecho penal, ha manifestado en varios medios estadounidenses que su cliente se encontraba en Serbia cuando Ana María desapareció y está colaborando en todo lo posible y que si no viaja a España es porque desconoce el idioma y no tiene ni familia ni amigos allí.
Frente a ello, Amills contrapone: "No colabora ni en el plano informativo ni en el económico ni en plan moral. La comunicación es cero y las veces que ha habido ha sido en un tono amenazante. Además, ha estado varias veces en España y sería lo suyo que viniese y conociese de primera mano lo que está sucediendo", señala.
Ahora, ha trascendido que en la investigación, de la que forma parte el FBI, estos habrían ofrecido a David Knezevich someterse a la prueba del polígrafo, pero este no habría accedido. Esta prueba está admitida en algunos estados como el de Florida, pero el sospechoso se tiene que someter voluntariamente a ello, según 'Caso Abierto'.
Además, el mismo medio, ha informado de que el caso ha pasado del juzgado número 51 de Madrid a un juzgado de Violencia sobre la Mujer, lo que significa que existen indicios de que una alguien de su entorno sea el principal sospechoso.
La noche del 2 de febrero, alguien acudió al piso que Ana María Knezevick tenía alquilado en la calle Francisco Silvela de Madrid y se la llevó por la fuerza, según las hipótesis de los investigadores. El piso estaba algo revuelto, pero la puerta no había sido forzada. Horas antes, había hablado por teléfono con una amiga suya y le había dicho que no le apetecía salir y que ya estaba en la cama.
Al día siguiente, según pudo saber ‘Informativos Telecinco’, dos de sus amigas recibieron unos mensajes desde el móvil de Ana María. Una de ellas, que vive en Suecia, lo recibió en inglés: "I met someone wonderfull! He has a summer house about two hours from Madrid. We are going there now and I will spend a few days there. Signal is spotty. I'll call you when I get back".
Paralelamente, otra amiga recibió el mismo mensaje, pero en español: "Conocí a una persona muy chévere. Tiene una casa de recreo a unas dos horas de Madrid. Ahora nos vamos y pasaré unos días allí. Aunque apenas hay señal. Te marco cuando vuelva".
Ninguna de ellas cree que estos mensajes los escribiese Ana María. No era su forma de escribir y, además, no volvió a hacerlo. Así las cosas, la segunda de sus amigas, preocupada, fue hasta su casa y habló con los vecinos. No la habían visto, pero la comunicaron que alguien había pintado de negro las cámaras del edificio y del telefonillo.
Así las cosas, acudió a la Policía, que valoró que la puerta estaba bloqueada. Allí valoraron que "la puerta estaba totalmente bloqueada, lo que significaba que estaba fuera". Ella insistió a los bomberos. "Entraron por la parte de fuera del edificio, revisaron y confirmaron que ahí no había nadie. Notaron un poco de desorden, un desorden aparentemente normal. También se encontraron una nota que le dejé yo misma por debajo de la puerta pidiéndole que se comunicase conmigo", contó a ‘Informativos Telecinco’.
El lunes, esa misma amiga se desplazó hasta la estación de Atocha a las 11:03, porque había quedado con Ana María en viajar a Barcelona. "Me presenté allí porque yo qué sé, quizás aparecía y me decía que había pasado un fin de semana superloco", pero no lo hizo.
En la investigación, se centran en el entorno cercano de Ana María en Madrid y también investigan a su marido, del que se quería divorciar. Sobre este último, no consta que hubiese aterrizado en España y su abogado.
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