La fábrica japonesa de Lexus, la famosa marca de automóviles, tiene a un equipo de personas dedicado simplemente a familiarizarse y detectar las imperfecciones más pequeñas de los coches. A estos trabajadores se les denomina takumi, y se encargan de mirar, escuchar y sentir el coche. Sus manos son capaces de percibir cualquier imperfección o desajuste de menos de un milímetro, un arte que probablemente nunca podrá ser remplazado por la tecnología.
Katsuaki Suganuma es un takumi. Ha pasado 32 años y más de 60.000 horas utilizando sus sentidos finamente afinados para detectar las imperfecciones más pequeñas en los vehículos Lexus, así que los conoce mejor que nadie en el mundo. A sus ojos, un Lexus no es solo un producto industrial, sino una obra de arte. "Se trata de cómo se siente un automóvil cuando lo tocas, o la experiencia de estar sentado dentro de él; los robots no podrán replicar eso", dice en el documental de Lexus, 'Takumi: una historia de 60.000 horas sobre la supervivencia de los humanos. artesanía'.
Convertirse en un maestro takumi no es nada sencillo. Se les pide una exigente formación, fruto de al menos 25 años de experiencia. Su nivel de preparación, su atención al detalle y sus sentidos agudizados con el tiempo les permiten alcanzar la categoría de artesanos, empleando todo su saber para inspeccionar cada parte del vehículo. Ser un maestro takumi significa obtener la distinción más alta que puede conseguirse entre los ingenieros, que han dedicado miles de horas a un trabajo específico y obsesivo.
De hecho, los candidatos a takumi deben superar una prueba que parece sencilla pero que conlleva tener una exquisita delicadeza en la yema de los dedos y una gran habilidad: realizar un origami de un gato con una sola mano, la que no es dominante, en menos de 90 segundos, explica 'Xataka'.
En la planta de Miyata en Kyushi, una de las fábricas donde se gestan modelos Lexus, hay 7.700 trabajadores y solo 19 de ellos son artesanos takumi. Katsuaki Suganuma es un apasionado de su trabajo, que básicamente consiste en estar con los coches y aprender de ellos. "Puede ser una rutina muy repetitiva, pero solo pienso en que tenemos un objetivo final: estamos trabajando para crear un vehículo para alguien. Cada vez que veo un automóvil Lexus en la ciudad, por ejemplo, quiero saber qué tipo de persona lo conduce. Si el automóvil es uno que se fabricó en la fábrica de Tahara, entonces me siento orgulloso y me gusta ver que el cliente se ve feliz", comentaen una entrevista en la revista web de Lexus.
Un ejemplo de su exigencia es la sonoridad de las puertas al cerrarse, que ha llevado a un grupo de takumi a trabajar con neurólogos para entender cómo percibe el ser humano el sonido y mejorar el diseño y el ajuste de las puertas en consecuencia. En la cadena de producción, el artesano prueba las puertas en una cámara aislada de cualquier ruido y devuelve el vehículo para realizar ajustes cuando una puerta no cierra con el sonido se espera.
Hay takumi especializados en diversas partes de la mecánica y otros en el confort o la sensación de calidad. Y es que los takumi no solo revisan la pureza de las superficies, el espacio entre las juntas, la integridad de los acabados o el funcionamiento de la tecnología. La mecánica del vehículo y su corazón, el motor, también son revisados por ellos. Utilizan escáneres TAC como los que se usan en medicina para ver a través de los materiales y encontrar imperfecciones. También son responsables de las sensaciones de conducción para corregir cualquier deriva en su comportamiento y confort.
El trabajo como takumi es tan riguroso que en la sección donde Suganuma trabaja reina un imperioso silencio, fruto de la concentración. "Sí, todos nos concentramos tanto en la inspección que no nos hablamos. Hay momentos en los que hablamos, cuando detectamos algo que está mal en el coche y queremos el juicio de otra persona. Pero aunque no hablamos en el lugar de trabajo, salimos juntos los fines de semana; ahí es cuando nos conocemos", explica.
Todo aquí parece funcionar con una precisión increíble. Incluso a la hora de cumplir los horarios. Suganuma dice: "Todos somos seres humanos y hay momentos en los que podemos llegamos tarde al trabajo. Yo llegué tarde una vez en 32 años", bromea.