Más de 350.000 refugiados ucranianos han llegado ya a los países vecinos. Al menos la mitad de ellos han podido atravesar la frontera de Ucrania con Polonia. Y los polacos están acogiendo con los abrazos abiertos a quienes huyen de la guerra en su país, lo que da lugar a escenas realmente emocionantes.
La estación ferroviaria de la localidad polaca de Przemysl, a tan sólo 13 kilómetros de la frontera, se ha convertido en algún modo en un primer centro de acogida. Hasta allí llegan en estado de shock un gran número de personas mayores y de mujeres que van acompañadas de niños y niñas de muy corta edad. Y rompen a llorar porque tras un duro y largo viaje, de varios días, por fin se sienten a salvo.
Huyendo de la brutalidad desplegada por el Kremlin, esperan durante horas para cruzar la frontera polaca. En ocasiones, más de 60 horas. Algunos, desesperados, dejan sus vehículos para hacer los últimos kilómetros a pie. En autobuses llegan también familias enteras y muchos piden billetes gratis para ir a distintas ciudades polacas en busca de una vida en paz.
Un éxodo durante las 24 horas del día en el que se pueden ver imágenes de mucha tristeza, preocupación y cansancio, del que se recuperan reponiendo fuerzas y abasteciéndose de ropa y otros enseres.
Con la ayuda de voluntarios entregados a la solidaridad, Polonia ha habilitado ocho centros de acogida y 70.000 camas de hospital para los heridos. Trenes abarrotados de gente salen de Ucrania para dirigirse a otras fronteras como la húngara, escenario de abrazos de despedida y lágrimas de desesperación.
Lesia cuenta a Informativos Telecinco que su padre "es militar y está defendiendo Kiev" y que su madre y sus hijos "continúan en el oeste del país", donde en absoluto se esperaban esta guerra. "Es algo que pasaba solo en las películas", afirma Luna.
"Esos odiosos bandidos", exclama Viktor para referirse a Vladimir Putin y a las tropas rusas que están devastando su país.