El Papa Bergoglio, en su cercanía, se ha olvidado de la mascarilla durante la audiencia general de este miércoles, la segunda con presencia de fieles desde que comenzó la pandemia.
A ellos se ha acercado, --a veces más de lo recomendado en el marco de la prevención de contagios de coronavirus--, y les ha saludado, eso sí, sin llegar a tocarles o darles la mano. Solo lo ha hecho con algunos niños, aunque no los ha besado, como solía hacer antes de impartirles la bendición.
Las audiencias se retomaron la pasada semana después de 6 meses sin contacto directo con los fieles, y hoy, nuevamente, ha tenido lugar en el patio de San Dámaso, en lugar de la Plaza de San Pedro, con cerca de 500 peregrinos congregados en el lugar, esperándole para escuchar su catequesis.
Con menos asistentes de lo habitual debido a los límites de aforo impuestos por el Vaticano, Bergoglio, a quien sí se le ha visto con mascarilla por primera vez en el coche utilitario que le ha llevado hasta el lugar, aunque luego haya optado por quitársela, ha pronunciado su discurso posterior lanzando, no obstante, un mensaje de concienciación frente a la pandemia: a todos los fieles les ha pedido tener en cuenta las distancias para “evitar más contagios”, lo que le ha valido el reconocimiento y el aplauso de los congregados.
Además de reservar el billete, a las personas que asisten a la catequesis del Papa se les exige respetar las estrictas medidas de seguridad: toma de temperaturas, hidrogel, mascarillas y distanciamiento social