Si ya de por sí es tremendamente preocupante la situación que se vive en toda Ucrania ante la invasión rusa, más crítica es aún en la localidad de Mariúpol. A diario podemos ver largas colas de vehículos que reflejan el intento desesperado de tanta gente por escapar del asedio. Allí residían 400.000 personas, pero apenas 30.000 han logrado salir.
La mayoría de sus ciudadanos continúan atrapados en una ciudad que, según la ONU, tiene sus reservas de agua y comida prácticamente agotadas. Los más atrevidos salen al exterior en ruinas en busca de comida. Sin agua corriente ni calefacción ni electricidad, tan sólo el fuego ofrece algo de calor.
Una mujer se lamenta preguntándose de qué son culpables. En su barrio, como en tantos otros de Mariúpol, ya no hay casa donde regresar. Los edificios fueron bombardeados al igual que un teatro en cuyos sótanos se refugiaban más de 1.000 personas. Una joven asegura que 130 de ellas fueron rescatadas pero que incluso en ese instante fueron disparados.
Resulta muy complicado recibir noticias porque tampoco funciona Internet ni la línea telefónica. Es el caso de los padres y la abuela de Olga, ucraniana residente en Barcelona, quienes se encuentran en Mariúpol. "Se ha cortado toda la comunicación. Su edificio está bombardeado", explica.
Fueron a uno de los búnkeres donde se refugian miles de personas. "Solo puedes estar de pie, porque hay tanta gente que no tienes donde sentarte", afirma. Desde hace 17 días, no sabe dónde están y es imposible contactar con ellos.
No obstante, Olga sigue intentándolo sin permitirse un instante de descanso ni de flaqueza. "Después voy a llorar cuando encuentre a mis padres. Voy a llorar de la felicidad".