Lo que tenía que ser una intervención rápida se ha convertido en una feroz batalla que deja en entredicho la capacidad de una potencia como Rusia. Toda la cúpula de los servicios de inteligencia está bajo arresto domiciliario, por sus errores de cálculo sobre la resistencia ucraniana. Vladímir Putin ya ha amenazado con una "autolimpieza" en Rusia.
El Kremlin se está viendo obligado a enviar refuerzos, y así lo muestran las imágenes grabadas con móviles estos días, donde se ven a tropas rusas en movimiento. Algunas provienen de Osetia en Georgia, otras de Armenia y otras de las regiones más alejadas de Rusia. Se cree que son refuerzos porque en tres semanas ni han derrotado a los ucranianos ni se sabe cuándo estarán en condiciones de hacerlo.
Los errores de Rusia se vieron ya en la segunda semana cuando se vio lo vulnerables que eran. En ese momento habrían perdido ya en torno a 400 carros blindados o de combate y otros 400 vehículos.
Ya habían anunciado la llegada de voluntarios de Siria, de los chechenos y de mercenarios, aunque es difícil que puedan cambiar mucho las cosas.
Además, esperaban que hasta una mitad de militares ucranianos se unieran a sus filas en los primeros días, pero eso tampoco ha ocurrido.
El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas ucranianas también ha asegurado que Rusia "continúa tomando medidas para compensar la pérdida de personal a expensas de los extranjeros", por lo que, según los informes, "los ocupantes rusos ya han reclutado a unos 1.000 voluntarios del llamado Ejército de Bashar al-Assad y Hezbolá.