Natasha no quiere irse de Ucrania y ser refugiada: "En vez de decir buenos días, preguntamos si estás vivo"

Muchas familias ucranianas buscan refugio cada noche en los túneles o en otros lugares de las ciudades porque no quieren irse, pero otras muchas sí lo intentan a pesar del peligro. Su objetivo es subirse a un autobús o a un tren que les aleje de la pesadilla que desencadenó el presidente ruso, Vladimir Putin, y dejar atrás toda esa angustia que están sufriendo.

Natasha tampoco quiere abandonar Ucrania, ni que "me llamen refugiada. Yo estoy en mi casa". Se encuentra a cincuenta kilómetros de Kiev y separada de su familia. "Nos escribimos y en vez de dar los buenos días, preguntamos si estás vivo".

Un viaje de más de 20 horas atravesando la guerra

Esperando entre toda la multitud un tren que les aleje del miedo están Santiago, Olga y sus tres hijas, quienes por fin han podido subirse a un vagón. "Estamos a treinta kilómetros de la frontera con Polonia. Escuchamos bombas. Tapamos las ventanas con colchones porque podría haber un ataque al tren", asegura una de las progenitoras. Llevan a sus espaldas un viaje de más de veinte horas atravesando la guerra.

Desde la capital, Kiev, Igor muestra a las familias a las que ayudan a huir. "Unas familias con pequeñitas. Las vamos a llevar hasta Polonia para que se salven", afirma. Él ha decidido quedarse y construye, con otros compatriotas, barricadas para defender su país. Vive bajo el techo de una familia de amigos y explica que tienen las camas "dentro de una piscina porque hay una ventana y si alguien dispara no les puede hacer daño".

Y entre tanto terror, todavía hay personas que le hacen sitio a la esperanza y se muestran convencidas de que "todo esto va a acabar y la gente va a volver a sus casas".