Meghan y Harry abrazan a su hijo Archie en esta foto nada casual tras las acusaciones racistas a la familia real británica en su última entrevista con Oprah Winfrey. Su difusión completa anoche en el Reino Unido cayó como una bomba atómica. Los británicos están divididos entre calificarlos como una pareja de consentidos o realmente criticar a una Casa Real que ya le hizo la vida poco amistosa a Lady Di.
Muchos británicos asisten con incredulidad a los dardos lanzados por la pareja contra la reina. Es el caso de Penny Junor, comentarista real. Asegura que "en los 40 años que lleva escribiendo sobre la familia real nunca ha visto un gesto racista".
También rechaza esas acusaciones el padre de Meghan que ha aprovechado la polémica para reaparecer públicamente. La entrevista podría causar una crisis de profundidad histórica en la realeza británica. Algunos ya la comparan con la abdicación del príncipe Eduardo en 1936.
La Casa Real ha emitido un comunicado en que reconoce su tristeza y dice que investigará los hechos, aunque los recuerdos -en clara referencia a Meghan- pueden cambiar.