Las primeras reacciones a la demoledora entrevista de los duques de Sussexduques de Sussex no se ha hecho esperar. La cofundadora de la fundación 'Black Lives Matter', Opal Tometi, ha pedido que se haga un boicot a la familia real británica tras las afirmaciones de Meghan Markle acusando de racismo a la institución.
Tometi, de 36 años, asegura que a la familia real no le importan la vida de los negros después de las declaraciones de Meghan en las que afirmaba que dentro de la familia real hubo preocupación por "cuán oscura sería la piel de Archie cuando naciera", debido a la ascendencia de raza mixta de Meghan.
La activista ha asegurado que estas afirmaciones deben hacer que la gente vea la verdadera cara de la institución y dé la espalda a la familia real, dando toda su credibilidad y apoyo hacia las palabras de Meghan, como recoge Daily Mail.
Meghan se negó a identificar el origen de esas palabras pues "sería muy dañino para ellos". Posteriormente, la entrevistadora, Oprah Winfrey, explicó que los duques le habían dejado claro que el autor de esos comentarios no era la reina Isabel II ni su marido, el príncipe Felipe.
"No compartió la identidad (de quién estaba preocupado por el color de la piel de Archie) conmigo, pero quería asegurarse de que yo sabía, y tenía oportunidad de compartirlo, que ni su abuela ni su abuelo habían tomado parte en esas conversaciones", ha matizado la presentadora.
Por su parte, el príncipe Enrique ha reconocido que el racismo jugó "un gran papel" en la decisión final de abandonar la Casa Real británica y el país europeo junto a Meghan Markle.
En este contexto, el príncipe carga contra la prensa británica, subrayando que es "intolerante, específicamente los tabloides". "Lamentablemente, si la fuente de información es intrínsicamente corrupta, racista o parcial, eso se filtra a la sociedad", ha señalado.
En otro fragmento también emitido este lunes, Enrique ha revelado que "nadie" de la familia real británica se ha disculpado ni con él ni con Markle. "La sensación es que esta fue nuestra decisión y por lo tanto las consecuencias han caído sobre nosotros", dice a Winfrey.
Tras la fuertes acusaciones vertidas por los duques, el Palacio de Buckingham guarda silencio. El Gobierno guarda silencio. La situación es tan tensa que solo los comentaristas más afines a la Firma (como se conoce en el Reino Unido a la familia real) se atreven por ahora a salir al contraataque.
En un país en el que ninguna fuerza política se declara oficialmente como republicana, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, fue contundente al calificar hoy de "muy muy graves" las alegaciones de Enrique y Meghan y pedir una investigación al respecto.
"Esto es más grande que la familia real. Durante demasiados años hemos desdeñado estas cuestiones y hemos estado dispuestos a dejarlas de lado", afirmó en declaraciones a la prensa.
Agregó que la denuncia "es un recordatorio de que demasiada gente sufre racismo en el Reino Unido del siglo XXI", por lo que hay que tomarlo "muy seriamente".
Por su lado, el primer ministro, Boris Johnson, optó por la discreción y prefirió no sumarse a Starmer, para despachar con un "no comment" todas las preguntas que le formularon al respecto los periodistas en una rueda de prensa sobre el coronavirus.
"Tengo la mayor admiración por la reina y por el papel unificador que desempeña", se limitó a decir el líder conservador.
Y en este momento de jaque a la reina, los republicanos británicos aprovecharon para pedir "un debate nacional abierto y franco" sobre el futuro de la monarquía en el país.
El consejero delegado de la organización Republic, Graham Smith, aseguró a Efe que la entrevista de Meghan y Enrique confirma lo que "muchos ya sabían: que la monarquía está podrida hasta la médula y no refleja los valores británicos".
Smith añadió que "no le sorprende" el episodio de racismo hacia el entonces nonato Archie porque "están bien documentados" comentarios similares por parte de elementos de la familia real.
No solo la institución monárquica fue acusada de racista. Enrique apuntó con el dedo a la prensa británica, especialmente a los diarios sensacionalistas, con los que mantiene una larga batalla y a los que acusa de haber causado la muerte de su madre, Lady Di.