Las fuerzas de Vladímir Putin continúan redoblando la ofensiva en Ucrania. Lejos de cesar en sus bombardeos, hoy ha extendido sus ataques aéreos al oeste del país, golpeando también las ciudades de Dnipró y Lutsk.
El Kremlin se aproxima a las fronteras con Polonia y a Rumania. O dicho de otro modo, se acerca a las fronteras de la Unión Europea, que ante el desafío ha acordado un aumento sin precedentes en el gasto para su propia defensa.
Además, los Veintisiete han doblado la ayuda militar a Ucrania, que continúa resistiendo tras 16 días de invasión. Prueba de ello son las imágenes de los combates que están librando sus soldados contra el frente ruso, ahora mucho mejor equipados que al comienzo de la invasión.
Cargando a la espalda con distintos tipos de lanzacohetes antitanque enviados por los países occidentales, cada carro de combate que logran frenar o que se incauta al enemigo aumenta la moral entre las tropas.
“Vamos a expulsar a esos orcos”. “¡Los vamos a multiplicar por cero!”, se dicen, mientras combaten intentando no ceder un paso a la superioridad numérica rusa.
Cada ataque que logran superar y contrarrestar les anima a seguir luchando contra los invasores.
Mientras, entre bombardeos, muerte y destrucción, miles y miles de ucranianos siguen intentando escapar de la guerra en medio de temperaturas gélidas. Ya son más de dos millones y medio de refugiados los que han cruzado las fronteras del país en busca de cobijo y ayuda.
Los civiles que todavía siguen allí, entre el estruendo de la artillería, intentan desesperados ponerse a salvo bajo tierra, recurriendo a búnkeres improvisados, como las estaciones de metro o los almacenes bajo las casas.