Sin chaleco antibalas o casco, en camiseta. Visitando a los heridos, condecorándoles, apareciendo en su despacho pero también en la calle. Como uno más, sin miedo. Con vídeos constantes en la calle que se ven en las redes. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, domina la guerra de la comunicación. Demuestra que fue comediante antes que político. Y se le nota.
Sabe cómo llegar al corazón de los países cuando habla del muro en Alemania y la lucha por acabar con él, lo hace en EEUU cuando recuerda al querido Reagan o su propio 11S yo cuando ante los miembros de la Knéset, el parlamento israelí, cuando recuerda el holocausto y la ayuda ucraniana.
Busca el corazón y el sentimiento, como cuando dice que solo muertos podrán aceptar los últimátum de los rusos en Mariúpol. Lo último que se ve en las redes sociales es un simulacro de bombardeo de Berlín. Es lo que sienten hoy los ucranianos. Y es lo que quieren que sientan los europeos, con los alemanes a la cabeza.
Zelenski sabe que la cultura streaming tiene una gran capacidad de viralización y atención y lo usa. Es un política del nuevo siglo que no viene de la política. Vladímir Putin no puede luchar con él en esa guerra. Como señala Antoni Gutiérrez Rubí en un artículo en El País, La otra guerra de Zelenski se libra en las redes. Y esa la va ganando. Como cuando fue capaz de llamar a los ucranianos a ir al mercado o al trabajo.