La guerra de Ucrania se intensifica cada día más. Cada 500 metros hay un puesto de control en las calles de Kiev. Los equipos de periodistas deben ir debidamente señalados. La ciudad es un manojo de nervios ante la que parece una inminente ofensiva rusa.
En la Estación Central se suceden carreras, gritos, lágrimas y abrazos de despedida. Los trenes que parten hacia la frontera con Europa van completamente llenos. A partir de las cinco de la tarde nadie puede estar en la calle. Si lo hace se arriesga directamente a ser detenido. Los ucranianos no se fían de nadie.
El Gobierno cree que ya están en la capital 400 miembros del llamado Grupo Wagner, mercenarios rusos que tendrían como objetivo encontrar y asesinar al presidente Zelenski y a los altos cargos del país.
A la entrada de la ciudad, estos soldados ucranianos localizan un blindado enemigo y disparan varios misiles antitanque. Si ayer se podían ver imágenes de un convoy militar ruso de 5 kilómetros que se acercaba a Kiev, hoy los satélites han localizado otro de 65 kilómetros: miles de vehículos avanzando como una gran sombra imparable sobre la capital de Ucrania.