A cuatro días de las elecciones, más de 60 millones de estadounidenses han depositado ya su voto por adelantado, tanto de forma presencial como por correo. Las colas continúan imparables y las últimas previsiones de los expertos apuntan a una cifra récord de 150 millones de votantes totales, lo que supondría un 65% de participación, una cifra nunca vista desde 1908. Y en estados como Pensilvania, Carolina del Norte y Florida, que pueden ser determinantes este año en el resultado final como ya lo fueron en 2016, el registro de nuevos votantes republicanos supera al de los demócratas.
De hecho, los republicanos duplicaron los votantes nuevos registrados en las recientes primarias presidenciales tanto en Florida (195.625 por 98.361 de los demócratas) como en Carolina del Norte (83.785 por 38.137), mientras que en Pensilvania casi los triplicaron (135.619 por 57.985), según datos de la agencia AP. Sin embargo, estas cifras pueden ser engañosas, ya que los datos de registro de los votantes, que son muy útiles para los analistas y las campañas electorales, no lo son tanto para realizar predicciones.
Prueba de ello es que, en total, los demócratas superan en registro de voto en estos estados a los republicanos, ya que lo que ha aumentado son los votantes nuevos y que ni siquiera esa superioridad en el registro, que ya se daba en 2016, sirvió a Hillary para ganar las anteriores elecciones. El resultado final fue una victoria de Trump en los tres sitios.
Este jueves en Florida, de nuevo mitin multitudinario de Trump.
¿Quiere decir esto que el actual mandatario tiene más posibilidades de ganar en esta ocasión y de hacerlo por una diferencia mayor, ahora que está reduciendo el margen con Biden en el registro de votantes? Pues tampoco está claro, ya que en estos listados falta un dato fundamental: la intención de voto de aquellos que no se han registrado y que suponen un número muy alto. Aunque sí se sabe que este suele ser un electorado más joven (entre 34 y 42 años de promedio), lo que podría dar ventaja a los demócratas.
No obstante, también eso puede quedar equilibrado en los resultados finales por otro factor: el hecho de estar registrado como republicano o demócrata no garantiza que finalmente se vaya a votar por el candidato que representa a cada uno de esos partidos. Un ejemplo es Carolina del Norte, que en 2016 contaba con casi tres millones de personas registradas como demócratas que el día de las elecciones dieron sólo 2.189.316 votos a Hillary.
Lo único cierto a estas alturas de la campaña es que ambos partidos están haciendo lo posible para asegurarse la victoria en el tramo final. Y en el caso de Biden la estrategia en estos estados pasa por asegurarse, especialmente, el voto afroamericano. Lo hará a través de la emisión de programas de radio de 90 minutos, en cadenas de góspel dirigidas a las iglesias, a lo largo del fin de semana. Para ello ha pagado más de 100.000 dólares que se repartirán entre estos tres estados y otros como Wisconsin, Ohio, Georgia y Michigan, todos ellos conocidos como “estados bisagra” o sitios donde el voto no está asegurado para ninguno de los dos partidos mayoritarios.
Esta campaña tuvo su preludio el pasado fin de semana con la participación de cantantes, deportistas y actores de color en un programa emitido en 65 cadenas radiofónicas y en la que la candidata a vicepresidenta por el partido demócrata dio el discurso de inicio.
Los demócratas apuestan así por intentar que este electorado consiga escuchar su mensaje aunque, debido a la pandemia, no puedan asistir a las iglesias. Hay que recordar que la población afroamericana ha sufrido especialmente los efectos del virus.
El actual presidente, por su parte, está centrando sus últimos días de campaña en los ataques a la familia del candidato demócrata, en proclamar que si pierden será por el fraude del voto por correo e intentando presionar en el ámbito judicial para que no admita extender el plazo en la recepción del voto.
A este respecto la Corte Suprema de Pensilvania ya había fallado hace semanas a favor del partido Demócrata, de este estado, que había solicitado la protección de la corte para el derecho al voto durante estos tiempos de pandemia. Y en esta ocasión ha sido el Tribunal Supremo de Estados Unidos quien ha comunicado que permite ampliar el plazo de recepción de papeletas por correo, tanto en Pensilvania como en Carolina del Norte, hasta tres días después de las elecciones.
Ya cuando el Supremo de Pensilvania falló a favor de la petición demócrata, los jueces conservadores de dicha corte se pronunciaron por escrito manifestando que existe una “gran probabilidad” de que esa decisión viole la Constitución de los Estados Unidos. Según Reuters, los jueces Alito, Thomas y Gorsuch aceptaron el fallo porque “no hay tiempo suficiente en esta fecha tardía para decidir esta cuestión antes de las elecciones”.
Estas declaraciones se suman a las de algunos miembros del partido republicano que, en ciertos estados, se han opuesto a facilitar las medidas necesarias para realizar la votación en esta época de pandemia, la cual requiere de soluciones específicas como la garantizar la distancia social y facilitar el voto adelantado para evitar las multitudes el día de la votación.
Otro frente abierto antes de unas elecciones que se presentan de muchas maneras excepto tranquilas, cuando aún quedan cuatro días para que culmine una de las campañas más convulsas que se recuerdan.