El polémico plan de Japón para verter al mar agua procedente de la central nuclear de Fukushima, destruida por un tsunami en 2011, suma nuevas críticas. Esta vez han llegado de la mano de un profesor de universidad.
Kenichi Oshima asegura que es imposible cumplir los plazos que el Gobierno nipón ha establecido y opina que estaríamos hablando de casi un siglo para que los niveles de contaminación del vertido al mar fuesen los adecuados. El agua que se almacena en los tanques de la central es la mezcla de la que se utiliza para enfriar los reactores.
El proceso, que está previsto que arranque en 2023, se desarrollará muy despacio, a lo largo de 30 años. Un lapso de tiempo irreal según este experto, que además entiende que nadie quiera comprar pescado del área de Fukushima por temor a la radiación, un duro golpe para los pescadores locales, que ven amenazado su medio de vida. Pero los daños colaterales no quedan sólo ahí, la fauna marina también sufrirá los efectos, asegura Kenichi.
Tras años de debate, el Gobierno nipón defiende la única opción que considera viable para deshacerse de esta agua maldita, después de descartar evaporarla en la atmósfera o inyectarla en depósitos en el subsuelo.