La ira ha tomado las calles de Colombia en lo que comenzó siendo una protesta pacífica contra la brutalidad policial, desatadas por la muerte de un hombre de 46 años en Bogotá, el abogado Javier Ordóñez a manos de la policía y ha provocado al menos diez muertos en las calles del país convertidas en una batalla campal.
La escena del arresto, difundida en redes sociales y en la que el hombre está el suelo y los testigos ruegan a la policía que deje de administrarle descargas con sus pistolas táser, conmocionó al país. Las imágenes de casi dos minutos muestran a dos motociclistas de la policía colombiana, ambos con casco, tirando al suelo al abogado Javier Ordoñez, de 46 años, y luego dándole repetidas descargas prolongadas con sus pistolas de pulso eléctrico. "Por favor, deténgase", repite repetidamente el hombre en el suelo. Los testigos de la escena también gritaron a la policía: "Por favor, para, te estamos filmando" con un teléfono.
Según el jefe de policía de Bogotá, coronel Necton Borja, los agentes estaban respondiendo al desorden provocado por ciudadanos borrachos y el hombre opuso resistencia, fue llevado al hospital y murió poco tiempo después. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, consideró que se trata de un "abuso policial". En Twitter, pidió "una sentencia ejemplar" contra la policía y "una reestructuración profunda y seria dentro de la fuerza policial".
El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, avanzó que "los dos agentes ya están bajo investigación disciplinaria y penal". La policía colombiana ha estado implicada en el pasado en varios escándalos de abuso de fuerza y la ciudadanía ha estallado.
El primer balance de las autoridades desvela que siete jóvenes de entre 17 y 27 años murieron en Bogotá y tres más en Soacha, ciudad aledaña a la capital colombiana. Solamente en Bogotá, hubo 379 heridos, 66 por armas de fuego. La mayor concentración ocurrió en el CAI de Villa Luz, donde trabajaban los dos uniformados involucrados en la muerte de Javier Ordóñez. Los enfrentamientos con el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía no han cesado tampoco durante la pasada noche. Disparos al aire, lluvia de piedras, destrucción de estaciones de policía, locales comerciales, edificios gubernamentales, nada escapa a la ira.
Una de las situaciones más graves sucedió en Cajicá, municipio cercano a Bogotá, donde ocurrió una asonada y la alcaldía decretó un toque de queda por los desmanes. Pese a ello, hubo quienes permanecieron en la calle de noche e ingresaron a la sede de la alcaldía, que fue saqueada. "Esta no es la forma de protestar, esta no es la forma de reaccionar. Han destruido la administración municipal, ha destruido la estación de Policía y están destruyendo los locales comerciales", dijo el alcalde del municipio, Fabio Ramírez. La alcaldesa de Bogotá ha pedido a la gente que no salga a la calle aunque se ha resistido a un toque de queda.
La Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH. advirtió que hubo defensores de derechos humanos detenidos por la Policía en Bogotá y en Villavicencio, capital del céntrico departamento del Meta. "En cumplimiento de nuestro mandato estamos haciendo seguimiento a los casos de los defensores y defensoras de DD.HH. detenidos en Bogotá y Villavicencio. Es fundamental ofrecer garantías para labor de defensa de derechos humanos durante jornadas de protesta social", expresó el organismo en sus redes sociales. También el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar) denunció que la Policía tuvo retenidas "de forma irregular" a 25 personas en una estación policial del barrio de Usaquén, en el norte de Bogotá. Posteriormente el Cajar señaló que "fueron dejadas en libertad".
Sobre las muertes del miércoles, el caso de Julieth Ramírez Mesa, una estudiante de psicología de 18 años fue una de los que más generó estupor, pues su familia dice que murió al ser alcanzada por una bala perdida cuando salió a encontrarse con una amiga pues no participaba en las protestas. Igualmente la pareja del joven Jaider Alexander Fonseca, de 17, otra de las víctimas mortales, dijo a medios locales: "Exijo justicia, que hagan caer todo el peso de la ley sobre los responsables" y culpó a la Policía de "dejar un niño de siete meses sin padre". La ira, mientras tanto, no cesa.