Las últimas palabras de Hugo Míguez, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, han dado la vuelta al mundo tras su fallecimiento por coronavirus. El investigador graduado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires quiso escribir sus últimas palabras en una emotiva carta titulada '30 segundos', que se ha vuelto viral.
Una carta de despedida en la que agradece al equipo médico que le ha asistido durante su ingreso y en la que repasa el sentido fundamental de la existencia: "Cama 1216... zona de trinchera", con estas palabras comienza su relato, recogido en La Nación.
El pasado lunes 12 de abril Hugo dedicó uno de los últimos momentos de su vida a escribir cómo se sentía tras estar ingresado por coronavirus. "Busco dejar algo de lo aprendido en estos días de aislamiento, búsqueda de aire, revisión de sentido bajo la pandemia. Algo. Lo que pueda", escribía.
"Mientras me enfermaba el Covid encontré algo en estas salas, en estos corredores, en la mirada de estas gentes. Una cultura", continuaba. "¿Qué significa descubrir una cultura en el Hospital Italiano en medio de un ataque como este? Mucho. Significa, contra lo que podría pensarse, que no es el resultado de muchísimas personas. Con roles marcados, tecnicaturas, profesiones, saberes, tecnologías, destrezas".
"No. No es sólo eso. Es una matriz acogedora, extraordinariamente cálida y vivificante", escribía.
Antes de tener que ser trasladado a cuidados intensivos, Hugo cuenta las consecuencias del coronavirus: "Me caí desmayado por la falta de aire y la desesperación y me encontré entrampado entre los muebles de la sala donde terminé. Donde me estrellé en la caída."
Tras ello, cuenta cómo tanto los profesionales sanitarios como su familia ha estado ahí apoyándole: "Cuando crees que ya perdiste todo escuchas el braceo enérgico de la que podría ser hasta tu hija llegando a vos. Braceando como pudo me alcanzó. Me abracé a ella y me di cuenta de que no estaba en un páramo sin vuelta atrás. Entre todas me acostaron, me calmaron, me dieron su aire".
Su enfermedad fue agravándose: "Tuve que partir al servicio de terapia intermedia. Estaba inquieto. Aparecieron kinesiólogos, médicos, enfermeros. El mismo espíritu. Las médicas llamando a mi hija y ayudándola mientras ella me ayudaba a mí".
Hugo comienza a ser consciente de la gravedad de su situación: "Todavía no se como saldré. Y no me preocupa tanto. Y dicho con humildad. En serio. Saldré con paz y con cariño. Está muy bien. Tengo 75 años. ¡Carpe diem para nosotros todavía!".
Y termina la emotiva carta dando las gracias: "Con estos pensamientos rondando desde hace unos años, muchas veces, me pregunté cómo quería mi salida. Sólo quiero 30 segundos lúcidos. Para poder evocar a los que quise sin que llegue a atraparme la melancolía. Me iré bien. Este hospital y su gente estará también en esos 30 segundos. Gracias, gracias, gracias."