El príncipe Harry y Meghan Markle anunciaban este 14 de febrero que están esperando su segundo hijo. La fecha elegida para hacerlo no era casual, y es que, más allá de que coincidiese con el llamado ‘Día de los enamorados’, San Valentín, constituía un guiño cariñoso y nostálgico a Lady Di.
Era un 14 de febrero de hace 37 años cuando ella, precisamente, anunciaba que su segundo hijo estaba en camino. Por eso, en un gesto de homenaje a esa simbólica fecha, ese bebé tan vitoreado y tan unido a su madre, Harry, hoy príncipe retirado de la primera división real, pero en el top de las celebridades, le rinde un nuevo tributo al realizar el mismo anuncio.
Podemos confirmar, dice la pareja, que “Archie será hermano mayor", afirmaba. El duque y la duquesa de Sussex están encantados de esperar su segundo hijo. Tan felices que contarán todo en un superprograma en la CBS con la gran diva americana de la televisión, Oprah Winfrey, íntima amiga del matrimonio, para contar los detalles de la maternidad y de la mudanza a Estados Unidos.
La familia crece lejos de los Windsor. Se marcharon de Reino Unido para preservar su privacidad, y por eso ahora los medios británicos, siempre pendientes, cuestionan que el despliegue en ‘prime time’ sea la forma de hacerlo.
El anuncio de su embarazo se produce pocos meses después de que Meghan Markle comunicase en un artículo del 'New York Times' que había sufrido un aborto.Así lo ha comunicaba en una carta desgarradora publicada en 'The New York Times' en la que narra con todo lujo de detalles cómo sufrió la pérdida y cómo ella y su marido, el Príncipe Harry, han vivido el dolor de perder un hijo antes de nacer. El artículo de opinión llevaba por título
Bajo el título 'Las pérdidas que compartimos', la duquesa de Sussex narraba con todo detalles el dolor que sufrieron juntos cuando una mañana cualquiera de julio, que había empezado como todas (tomando vitaminas, alimentando a sus perros, preparando el desayuno, recogiendo las pinturas de su hijo, cambiándole el pañal a Archie), todo se torció: "Después de cambiarle el pañal, sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a ambos tranquilos. La alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien", contó, explicando cómo fue el momento.
"Perder un hijo significa cargar con un dolor casi insoportable, experimentado por muchos, pero del que pocos hablan", expresó.