En plena crisis de Reino Unido por la falta de suministros en gasolineras y supermercados, su primer ministro, Boris Johnson, ha optado por irse de vacaciones a Marbella con su mujer embarazada, Carrie Symonds, y su hijo Wilf, de 17 meses. Esto ha generado una polémica en el país y desde la oposición han criticado que Johnson no se encuentre trabajando.
Sus defensores dicen que son sus primeras vacaciones reales desde que comenzó la pandemia y que se las merece después de todo lo que ha vivido incluido su ingreso en la UCI y la muerte de su madre.
Sin embargo, eso no ha callado las críticas de la oposición y de los ciudadanos en un momento muy incierto. Hay muchos que no llegan a fin de mes y muchos supermercados tienen las estanterías vacías. De hecho, según una encuesta, uno de cada seis adultos británicos no ha podido adquirir alimentos y productos esenciales en las últimas dos semanas.
Pero, a los problemas de la cadena de suministro causados por la escasez de conductores de vehículos pesados se suman el repunte de la inflación, la espiral de los precios de la gasolina, la escasez de combustible en Londres y el sudeste del país y los aumentos de impuestos para la próxima primavera.
Así las cosas, los británicos ya se están apretando el cinturón por miedo a la subida de la luz y de la cesta de la compra mientras que Johnson insiste en que "no es el trabajo del Gobierno entrar y solucionar todos los problemas".