Un grupo de perros robóticos vestidos con kimonos se ha reunido en Tokio para celebrar el 'Shichi-Go-San', una tradición ancestral japonesa en la que los padres llevan a sus hijos de tres, cinco y siete años a un santuario local y piden un deseo: una vida larga y próspera.
Pero a medida que la tasa de natalidad de Japón ha ido cayendo a mínimos históricos, la población envejecida encuentra consuelo en las mascotas mecánicas y las trata como a sus propios hijos.
Algunos han llevado a sus perros robóticos en cochecitos, mientras que otros los abrazaban en portabebés.
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