Kamala Harris cumplió con las expectativas de su partido poniendo contra las cuerdas a Donald Trump durante el debate televisivo. Las encuestas que han seguido al duelo entre los aspirantes a la presidencia de EEUU dan a la demócrata como vencedora de este pulso con un tono y una expresión más amigable; en contraste, el magnate se mostraba enfurruñado y su actitud agresiva fue en un 'in crescendo' en momentos claves como cuando defendió que los inmigrante comían perros y gatos. Una información del periodista David Cacho.
La vicepresidenta se mostró sonriente, pero firme y desde el principio marcó las distancias con amabilidad: se acercó al atril de Trump antes de comenzar y le dio la mano, un gesto que descolocó al republicano, habituado a la ferocidad sin cuartel contra sus rivales políticos.
Ella siguió su guion para provocarlo y lo consiguió: hizo enfadar a Trump con un tema que es muy sensible para él, que es el público que va a sus mítines. Él dice que son masas enormes, pero Harris, casi en broma, le respondió que la mitad o más de la mitad se iban antes de que terminara el mitin. El republicano terminó por alzar la voz y perder un poco la compostura. Así que el primer objetivo de la vicepresidenta lo consiguió.
El debate de este martes fue un mazazo para Trump, que se encontró perdido en sus propios argumentos falaces: los moderados rectificaron los bulos que el insistió en repetir como la afirmación falsa, promovida por numerosos republicanos en la última semana, entre ellos JD Vance de que los migrantes en la ciudad de Springfield, Ohio, están robando los perros y gatos de la gente y comiéndoselos.
"En Springfield, se están comiendo a los perros. Las personas que llegaron, se están comiendo los gatos", aseguró Trump. "Se están comiendo las mascotas de la gente que vive allí", volvió a insistir obligando a que uno de los moderadores lo rectificara.
"No hay evidencias específicas sobre que las mascotas sean usadas como comida por individuos de la comunidad inmigrante", le dijo el moderado de la cadena ABC.
La encuesta exprés de CNN reveló que un 63% de los espectadores creen que Harris ganó el debate, pero sobre todo, cumplió con la gran tarea que tenía, que era definirse y desmarcarse de Biden, algo sobre lo que insistió Trump.
"Está claro que no soy Biden y tampoco Donald Trump", dijo Harris, que se esforzó por encarnar una nueva generación frente a un Trump que sigue sin reconocer que perdió las presidenciales.
Harris habló a todos los votantes, no solo a los suyos, sino a todo el espectro ideológico, incluidos a los republicanos, cuando dijo que ella es poseedora de armas.
La vicepresidenta logró llevar a Trump a su terreno en asuntos como la economía. En política exterior, el magnate la acusaba de odiar Israel y ella de su convivencia con Putin.
"Si Trump fuera presidente, Putin estaría sentado en Kiev ahora mismo", dijo Harris que hizo caer al magnate en su propia trampa, como cuando aseguró que hay estados en los que se permite matar a niños después de nacer o abortar con nueve meses de embarazo. El tema terminó con la intervención de la moderadora que zanjó el bulo.
El debate de una hora y media terminó con Harris de ganadora, esta vez abandonó el plató sin estrecharle la mano a Trump.
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