Mientras Marruecos se enfrenta a uno de los desastres naturales más graves de las últimas décadas tras el devastador terremoto sufrido, con una cifra aterradora de más de 2.600 víctimas mortales y subiendo el número cada hora que pasa, el rey Mohamed VI se ha permitido el lujo de rechazar la ayuda internacional de países como Francia o Alemania.
En su declaración del sábado, el rey expresó los agradecimientos a los "países hermanos y amigos" que habían expresado su solidaridad con Marruecos tras el terremoto, enfatizando además que varios de ellos se habían mostrado dispuestos a aportar ayuda.
Sin embargo, Rabat ha autorizado únicamente a cuatro países --España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes Unidos-- a enviar equipos a las zonas afectadas por seísmo, apelando a cuestiones logísticas que, sin embargo, han generado dudas en cuanto a un posible trasfondo político.
Mohamed VI ha conservado tras el terremoto que sacudió el viernes a última hora la zona centro de Marruecos el hermetismo que ya venía manteniendo en estos últimos años, en los que ha reducido al mínimo sus apariciones públicas y ha aumentado en cambio sus estancias privadas en otros países como Francia.
Aunque no ha habido confirmación oficial desde la Casa Real, ya nadie duda a estas alturas que el monarca se encontraba el pasado viernes en París, donde dispone de un lujoso inmueble. También han sido frecuentes en estos años sus escapadas a Gabón, país que ahora se ha visto envuelto en un golpe de Estado que ha tumbado al régimen de Ali Bongo, estrecho aliado de Mohamed VI.
En Marruecos, el rey goza de amplios poderes políticos --tiene la última palabra en política exterior-- y el Gobierno debe rendirle cuentas, lo que derivó en las primeras horas tras la tragedia en un silencio que no se rompió hasta pasadas 18 horas, cuando Mohamed VI reapareció en una reunión de trabajo en Rabat.
No fue hasta entonces cuándo, por vía de un comunicado de la Casa Real, Rabat dio cuenta de las "medidas de emergencia" que estaban tomando las autoridades para atender a los damnificados. También en esta nota se anunciaron tres días de luto en todo el país, junto a una imagen en la que el monarca aparece acompañado de otras altas autoridades.
A su lado, y también en la cabecera de la mesa, su hijo y heredero, el príncipe Mulay Hasán, una presencia constante en las contadas apariciones públicas de Mohamed VI, de las que sólo se tiene constancia por medios oficiales y mediante imágenes cuidadosamente estudiadas para evitar cualquier atisbo de debilidad. No en vano, en estos últimos meses han sido constantes las especulaciones en torno al estado de salud del rey, de 60 años.
Además, el monarca, que habitualmente pronuncia cuatro grandes discursos al año, anuló este verano el que habitualmente tiene lugar para conmemorar en agosto el exilio de su abuelo Mohamed V, según la Casa Real porque este "memorable" acontecimiento "no puede medirse únicamente con discursos y celebraciones".
Las autoridades marroquíes han apuntado la necesidad de realizar una "evolución precisa" de las necesidades tras el terremoto, "teniendo en cuenta que la falta de coordinación en tales situaciones podría ser contraproducente". En la práctica, este recelo ha implicado desoír ofertas concretas de Francia, Alemania, Turquía, Italia y Portugal, entre otros países.
Los gobiernos extranjeros han evitado criticar a Rabat por este rechazo o incluso vincularlo con una decisión política, ya que por ejemplo las relaciones con París no atraviesan su mejor momento. La ministra de Exteriores gala, Catherine Colonna, ha dicho "respetar" esta decisión de "un país soberano", que ha optado por "priorizar la llegada de ayuda, dirigiéndose a países disponibles caso por caso y no recibiendo ayudas que no corresponden a sus necesidades".
Por su parte, un portavoz del Ministerio de Exteriores de Alemania ha confirmado que Marruecos tampoco ha aceptado la oferta de Berlín, que incluye el envío de efectivos de emergencia con apoyo canino o de una planta de tratamiento de agua, según la agencia DPA. Sin embargo, ha evitado atribuirlo a cuestiones políticas --"puede descartarse en nuestro caso", ha dicho--, ya que considera que las relaciones bilaterales son ahora buenas después de que discrepancias por el Sáhara Occidental derivase en tensiones en 2021.