Cuando ya ha pasado más de una semana desde que la Guardia Costera de Estados Unidos confirmase que el submarino Titán sufrió una "implosión catastrófica" en la que murieron las cinco personas que iban a bordo, la investigación en torno al caso continúa mientras siguen emergiendo nuevos detalles del sumergible y su trágica expedición hacia los restos del Titánic. Entre ellos, ahora ha trascendido que en 2018, durante una prueba de inmersión, sufrió el impacto de un rayo.
Fue el propio Stockton Rush, fundador y director ejecutivo de OceanGate, compañía propietaria del submarino, el que en una entrevista concedida en agosto de ese año a Matt Burdyny, vicepresidente de Teledyne Marine, contó que el sumergible sufrió serios problemas en su electrónica debido a ello.
El impacto del rayo, concretamente, “afectó a más del 70% de sus sistemas internos”, lo que provocó que tuviesen que cancelar una expedición que preparaban también para ese año.
Fue en abril de 2018 cuando sufrieron el percance y, entonces, Rush, de 61 años y uno de los cinco pasajeros fallecidos en la implosión del Titán, dijo que debían anteponer la seguridad; un aspecto muy criticado precisamente por múltiples expertos tras el infausto final del sumergible, con distintos especialistas apuntando a fallos en su diseño y en sus protocolos.
“Estamos 100% comprometidos con la seguridad y queremos probar completamente el submarino y validar todos los procedimientos operativos y de emergencia antes de lanzar cualquier expedición”, dijeron entonces desde OceanGate a través de sus redes, subrayando que, pese a lo “condensado” del calendario que tenían por delante, no estaban dispuestos a “acortar el proceso de prueba”.
En esas declaraciones, de las que ahora se hacen eco medios como Daily Mail, la compañía lanzaba un mensaje de calma. Durante la entrevista de agosto de 2018, Rush llegaba a afirmar que apenas tardaron “un par de días” en reemplazar las partes del Titán dañadas por el rayo. No obstante, y aunque no pareció inmutarse demasiado por ese percance, apuntó que seguían teniendo pese a ello “problemas con los conectores” y el “cableado”. “Los rayos pueden hacer cosas extrañas”, dijo entonces.
Desde ese momento, el sumergible siguió adelante pese a que distintos expertos suplicaron por la suspensión de sus operaciones, advirtiendo del carácter experimental del proyecto y la falta de seguridad en el submarino, que como trascendió poco después de su desaparición era manejado con un mando similar al que se usan en las videoconsolas.
Ajenos a las críticas y los malos augurios, OceanGate lanzaría su expedición hacia los restos del Titanic en 2021 para repetir después en 2022. En aquellas ocasiones, no sin experimentar distintos problemas, las expediciones fueron más o menos exitosas, pero todo cambiaría a partir del 18 de junio de este 2023, cuando el lujoso viaje, que se vendía a 250.000 dólares en su precio estándar (unos 229.000 euros), acabaría con el peor desenlace, con ese final que alguno ya advertía y vaticinaba.
Apenas una hora y 45 minutos después de sumergirse, los equipos de apoyo perdían la comunicación con el submarino, lo que dio paso a una intensa búsqueda que, cuatro días después, finalizaría tras el hallazgo de los primeros restos del Titán: los cinco pasajeros murieron tras una implosión.