Mike Reiss y Alan Estrada desvelan el contrato que firmaron para hacer la expedición en el Titán para ver al Titanic. Una misión que ahora ven suicida y que nombraba en el contrato con los pasajeros tres veces la muerte en la primera página. La realidad parece confirmarlo. Las posibilidades de encontrar con vida a los ocupantes del submarino desaparecido en el Atlántico se desvanecen. Les quedarían hasta poco más de las 13:00 horas en España y la búsqueda continúa sin dar resultados. El tiempo se agota y no hay ni rastro del sumergible. En las últimas horas unos sonidos que se escucharon en el fondo del mar lanzaban algo de esperanza, pero las autoridades han descartado que fueran del sumergible. El rescate se da casi por imposible. Los expertos creen que los pasajeros del Titán podrían estar ya muertos como consecuencia del dióxido de carbono o despresurización.
Y algunos ahora piensan que salvaron la vida in extremis por ser prudentes y tras ver un contrato en el que quedaba claro que la posibilidad de morir en la experiencia era real. Porque, además de abonar los 250.000 dólares que costaba el billete, los pasajeros firmaron un documento en el que eximían a la empresa organizadora del viaje de cualquier responsabilidad en caso de accidente, tal y como ha publicado el diario británico Daily Mail. "Este buque experimental no ha sido aprobado ni certificado por ningún organismo regulador y podría provocar lesiones físicas, traumas emocionales o la muerte", se puede leer en el documento que aceptaron y firmaron los tripulantes, según señala el rotativo londinense.
Mike Reiss es una de las personas que realizó la expedición para ver al Titanic el año pasado asegura que antes del viaje, se firma un "largo" documento de renuncia "en el que se menciona la posibilidad de muerte tres veces en la primera página", recoge 'Efe'.
Alan Estrada viajó en 2022 a bordo del ‘Titan’, para lo cual firmó documentos donde asumía todos los riesgos de la travesía y se sorprendió de lo que tuvo que firmar. "Firmé que podía haber fallos que podían provocar lesiones o la muerte. Y que no eran responsabilidades de la empresa. Ahí sí sentí, estás arriesgando la vida". "Fue una misión suicida y tuve suerte de salir vivo", ha contado este viajero alemán al recordar la expedición en la que participó.
No todo quisieron asumir los riesgos. Un explorador británico había pagado la reserva para hacer la inmersión, pero se echó para atrás al comprobar, entre otras cosas, que la nave se controlaba con un dispositivo similar al de una consola de videojuegos.
Ahora, con la tragedia a la vista, todos apuntan a la locura de bajar a 4.000 metros con un sumergible como el Titán, pero no es la primera que vez que hacía y ya en 2008 un trabajador fue despedido por dar la voz de alarma. Doug Virnig ex subcontratista de OceanGate, ha declarado este jueves que algunos de los materiales de construcción y las opciones de diseño se consideraron "controvertidos" en el momento en que se fabricó en 2018.
Virnig tiene experiencia en ingeniería y operaciones y trabajó en el proyecto durante aproximadamente un año en un puesto de operaciones. Otro de los errores más graves en cuanto al Titán es no contar con un vehículo intermedio que se conecte por cable al buque y, a su vez, reciba señales del vehículo. Porque conectar con él para el rescate ahora es imposible. "Sabíamos que esto iba a ocurrir en algún momento", asegura un oceanógrafo, amigo personal de uno de los pasajeros del Titán, aunque recuerda que "hablamos de un viaje de exploración y no de un tour turístico".