Gráinne Kealy es una mujer irlandesa de 39 años que hoy en día sigue teniendo muy presente el terrible accidente de tráfico que sufrió durante un viaje a Australia en diciembre de 2006. Kealy iba en el asiento de copiloto cuando decidió colocar los pies sobre el salpicadero del vehículo para estar más cómoda.
En ese momento, el coche en el que viajaba, que circulaba a menos de 50 kilómetros por hora, perdió el control al pasar sobre una zona de hielo y chocó contra un muro. El airbag impulsó las rodillas de Kealy contra su cabeza, rompiéndole los huesos de la cara y dejándola sin frente durante más de dos años. Por otra parte, hace un par de años, un conductor murió en EEUU al explotar el airbag mientras conducía.
"Tuve múltiples fracturas faciales (le dijeron a mi madre que me había roto todos los huesos de la cara), una fuga de LCR (líquido cefalorraquídeo) de mi cerebro y perdí dos dientes", recuerda Gráinne, quien en la actualidad se ha sometido a 16 intervenciones quirúrgicas desde el siniestro.
Ahora, esta mujer no se cansa de advertir a la gente una y otra vez, por medio de sus perfiles en redes sociales, sobre las consecuencias de ir sentada con una mala postura en el vehículo. Ella, que aún sufre las horribles secuelas después de casi 17 años, subraya que "no vale la pena".
"Estaba con un conductor extremadamente seguro (su novio), teníamos los cinturones puestos y la radio no estaba alta. Yo era una de esas personas que pensaban 'eso nunca me pasará a mí'", concluye.
Kealy tiene una frente de cerámica italiana que le implantaron el 17 de junio de 2009.