Nuevo ejemplo de la ola de criminalidad que existe en varios países de Sudamérica. El pasado 28 de febrero, Marvin Maximiliano Vergara San Martín, de 30 años, se encontraba con su esposa en un suburbio de la localidad de Guayaquil, en Ecuador, cuando de repente unos individuos que iban en moto se acercaron y abrieron fuego contra la pareja. Por otra parte, en Moscú han asesinado a Andrey Botikon, uno de los científicos rusos que desarrolló la vacuna Sputnik V contra el covid.
La mujer de Marvin fue trasladada a un centro de salud con una herida en la pierna. Él, que tenía antecedentes penales después de haber sido detenido en 2016 y en 2019 por tráfico de sustancias estupefacientes, ingresó en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Abel Gilbert Pontón. Tan solo dos días después, el 2 de marzo, un sicario vestido de doctor accedió a la cuarta planta y acabó con su vida.
Según aseguró la Policía, el sicario consiguió burlar la seguridad y cometió el crimen en cuestión de minutos. En las imágenes captadas por las cámaras de seguridad, se observa cómo, llevando una bata de médico, entra tranquilamente al hospital y accede al lugar donde se encontraba internada la víctima, que estaba en ese momento custodiada por los agentes.
En medio del fuego cruzado, un policía resultó herido en el abdomen y, tras ser evacuado por sus compañeros en una silla de ruedas, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia. Otra mujer, que sería familiar de Marvin, también fue alcanzada por una de las balas, según recogieron varios medios de comunicación locales.
Después del fatal desenlace, las autoridades confirmaron que el sicario asesinó a Vergara San Martín, que estaba involucrado con bandas criminales de la zona, por un ajuste de cuentas.
Además, este viernes se supo que la Unidad de Muertes Violentas (Dinased) de Ecuador detuvo a tres personas, dos vigilantes de seguridad y un jefe de personal, que se encontraban trabajando en el mencionado hospital público cuando ocurrieron los hechos.
Se trata de Ángel Alexander F.Q., de 25 años, Francisco Arístides C.M., de 47, y Pedro Santiago M.S., de 46. La Policía considera que fueron cómplices del asesinato y permitieron el acceso del sicario, quien por cierto, pistola en mano, logró huir sin mayor problema.