El balance de víctimas mortales por el terremoto en Turquía y Siria no deja de crecer. Ya se contabilizan más de 36.000 decesos y los equipos de rescate desplegados en la zona son conscientes de que las probabilidades de seguir encontrando desaparecidos con vida son mínimas tras todo este tiempo. Son demasiadas horas bajo los escombros, pero no cesan en la búsqueda porque pese a todo continúan obrando rescates ‘imposibles’, como el de Hivay, una adolescente que ha logrado aguantar tras más de siete días atrapada bajo tierra.
Desafiando a la estadística e impulsando la fuerza de los rescatistas frente a la adversidad y la complejidad que presenta el terreno, ha sobrevivido 173 horas sepultada; 101 horas más de lo que se estima que puede sobrevivir un ser humano en este tipo de catástrofes sin ingesta de agua y alimento.
Su rescate, celebrado como un triunfo al igual que todos los que se están consiguiendo en las últimas horas, –como el de Sibel Kaya, una mujer de 40 años que ha resistido también 170 horas–, es ya un milagro frente a la magnitud de la tragedia.
Tras liberarle, cuando le han preguntado qué es lo primero que quería tomar ha respondido probando una sonrisa: un batido de fresa y, de paso, un donut.
Tras tanto tiempo, la mayoría permanecen sumamente deshidratados, desorientados y heridos, requiriendo asistencia urgente. Los médicos, en estas circunstancias, tienen que hacer también de psicólogos, escuchando incluso como algunas víctimas les piden por favor en la ambulancia que no les lleven a un hospital privado porque no tienen para pagarlo. En imágenes grabadas en el lugar, una sanitaria, de hecho, demostraba a una joven que no tenía que preocuparse a ese respecto dándole un beso de alivio.
En las zonas de Turquía afectadas por la tragedia hay en estos momentos 35.000 trabajadores desplegados de los equipos de búsqueda y rescate, entre ellos 9.700 llegados de otros países, como España, cuyo contingente ha participado ya en alguno de esos milagrosos rescates, como el de Leyla, madre rescatada con sus dos niños pequeños por efectivos de la UME tras cinco días sepultados.