{{#section.link.href}}
{{section.link.title}}
{{/section.link.href}}
Entre la desolación y el duelo tras la devastación provocada por el terremoto en Turquía y Siria, la población también se ha entregado a la lucha de los equipos de rescate por hallar supervivientes entre las montañas de escombros. En un escenario sobrecogedor, los efectivos implicados en la búsqueda de los desaparecidos, entre los cuales se encuentra un amplio contingente español que ya ha conseguido salvar las primeras vidas, han encontrado la solidaridad y el cariño del pueblo turco, que sacando fuerzas en plena catástrofe busca cualquier forma de ayudar: “No nos dejan pagar un desayuno o un dulce”, relatan miembros del Grupo Internacional de Rescate Ante Catástrofes Naturales (GIRECAN).
Ha sido a través de las redes sociales desde donde han compartido el humilde obsequio que han encontrado por parte de algunas personas que, conscientes del trabajo contra reloj que realizan en la zona en unas condiciones completamente extremas, –entre las gélidas temperaturas y la fragilidad e inestabilidad de unas estructuras totalmente dañadas–, han decidido proveerles de alimento.
“Literalmente nos han parado en la carretera para hacernos entrega de estas viandas. No nos dejan pagar el desayuno o un dulce. Todas las personas volcadas con los equipos de emergencia”, han escrito desde el perfil de los bomberos del GIRECAN, donde no obstante han recordado: “No lo olviden, los protagonistas son ellos. Solo somos su esperanza”.
Junto a la publicación, los bomberos españoles compartían una instantánea en la que se podía ver el alimento que les habían proporcionado, aunque el gesto va mucho más allá, recibiéndose también como un impulso de fuerza, ánimo, cariño, hermandad y solidaridad frente al desastre.
Con el tiempo en contra, reduciendo las probabilidades de supervivencia con cada minuto que pasa, los rescatistas luchan por encontrar cualquier signo de vida. Entre los cascotes y el amasijo de hierro, todavía son miles las personas que permanecen desaparecidas. Algunas de ellas, en lugares de tan difícil acceso que resulta peligroso para la propia vida de los trabajadores implicados en los rescates.
En total, ya son más de 15.000 las víctimas mortales, aunque la ONU no descarta que esa cifra se triplique, dado la cantidad de personas que siguen atrapadas o sepultadas bajo los escombros. Solo en Turquía se contabilizan ya más de 13.000 decesos, mientras los heridos superan los 62.900.
En estas circunstancias, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que declaró tres meses de estado de emergencia, visitó las zonas afectadas asegurando que no pararán de buscar a los desaparecidos “hasta que no quede nadie bajo los escombros”.
“Hemos movilizado todos nuestros medios. El Estado está trabajando junto a las autoridades, con todos sus medios”, ha dicho.
En total, más de 6.400 edificios han quedado destruidos tras el seísmo, que con su fuerza implacable provocó que se viniesen abajo.
La Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), dependiente del Ministerio del Interior turco, ha señalado que "después del primer terremoto se ha registrado otro millar de seísmos, siendo el de mayor magnitud uno de 7,6 con epicentro en Elbistan", antes de confirmar que en las zonas afectadas se encuentran desplegados más de 98.100 agentes, trabajadores de organizaciones no gubernamentales, equipos de búsqueda y rescate y voluntarios. Entre ellos, los equipos españoles, que no cesan en la ayuda.