Giorgia Meloni atiende a la prensa nacional e internacional a tres días de que termine el año. El año de las primeras veces para la líder de extrema derecha que ganó las elecciones el pasado 25 de septiembre. Como precedentes ya ha tenido algunos malentendidos con los periodistas, cuando hace unas semanas acortó el tiempo de las preguntas acusando otro compromiso y alegando que los periodistas no habían sido “tan puntillosos” con otros ex primeros ministros. Pero hoy el ambiente de esta histórica rueda de prensa de final de año es mucho más distendido y la primera ministra hace incluso un guiño a la profesión. “Recordemos que yo también estoy inscrita al Colegio de Periodistas italiano, profesión a la que espero volver en algún momento, siempre he pensado que la vida política tiene un tiempo transitorio”, dice. Considera Meloni que es una rueda de prensa “de inicio de mandato” más que de “final de año” y es que su Ejecutivo de derechas lleva dos meses en el Gobierno, tiempo récord en el que las primeras citas internacionales, medidas, presupuestos y plazos de fondos europeos han tenido que cumplirse. Llegan a tiempo.
Mientras el 2022 agota su tiempo y cuando la pandemia parecía en Italia un trauma que comenzaba a cicatrizar, la situación china tiene su reflejo en los aeropuertos italianos que han decidido incluir de nuevo la prueba para los pasajeros aterrizan en territorio transalpino. Meloni que, en el pasado, criticaba las medidas de los ejecutivos precedentes con respecto al COVID ahora define, sin dudar, una línea de control ante el aumento desproporcionado de casos en el gigante asiático y los posibles riesgos de transmisión en el país. “Intentamos monitorizar si lo que llega es algo que ya conocemos, las mismas variantes, pero estamos atentos a lo que pueda pasar en el futuro. La solución creo que son los controles, son útiles las pruebas y las mascarillas, el modelo de privación de la libertad no es eficaz y eso lo demuestra precisamente el caso chino. Hay que trabajar sobre la responsabilidad de los ciudadanos”, explica. “Hoy la situación está bastante bajo control en Italia y 15 de los casos monitorizados son de la variante ya conocida ómicron”, explica Meloni intentando enfatizar un mensaje tranquilizador.
En general el clima es más sereno de lo esperado en el seno del Gobierno, así lo confiesa off the record un conocido periodista italiano que comenta las habilidades de Giorgia Meloni para mantener compactos a Berlusconi y a Salvini, al menos, como se dice siempre en Italia, por ahora. Mientras la primera ministra habla ante la prensa se aprueba en el Senado de forma definitiva, el texto de los presupuestos, los primeros de este Gobierno de derechas italiano que tuvieron que ponerse en marcha en un tiempo récord debido a la cita electoral en otoño, algo completamente atípico. Consiguen así pasar, son luz verde. La mayoría se mantiene unida y tiene los números, pero los días precedentes han sido un ir y venir de enmiendas y de errores que han tenido que ir subsanándose en un ambiente ligeramente caótico y con un voto en la Cámara que terminó a las seis de la mañana. “Me fío de mis socios de Gobierno más allá de debates que son naturales en una mayoría”, dice. Defiende que han hecho unos presupuestos “políticos”, a pesar de que la mitad de los fondos de los presupuestos son medidas para el encarecimiento energético heredadas del esquema construido por Mario Draghi, medidas, en definitiva, de emergencia. “Encuentro un clima completamente positivo dentro del Ejecutivo”, insiste Meloni.
Algunos puntos, que Meloni había defendido en el borrador de los presupuestos presentado hace semanas, se quedan en el camino para evitar a toda costa un enfrentamiento con la UE. Es el caso, por ejemplo, de la norma que planteaba la eliminación de las multas para comerciantes que no dejasen pagar con tarjeta a los clientes, con la idea de estimular el efectivo. La primera ministra ha repetido en más de una ocasión que eran el inicio de la aplicación de los compromisos electorales, pero sus detractores señalan que son mucho más descafeinados de lo esperado. Pasan, eso sí, algunas de sus pequeñas batallas como la lucha contra la “renta de la ciudadanía” (similar al ingreso mínimo vital) ahora muy acotada y con la previsión del Gobierno de que desaparezca a finales de 2023.
Otro de los grandes puntos antes de llegar a 2023 se aprobó a última hora del miércoles en Consejo de Ministros, donde Giorgia Meloni lanzaba el “decreto seguridad” que llevaba tiempo cocinando tras la primera crisis migratoria de su Gobierno el pasado mes de noviembre. La norma incluye otros pequeños temas, pero el principal está vinculado a la migración, una de las batallas ideológicas de este Gobierno que en enero cumplirá 100 días en el cargo. El decreto lleva además, como fue en el momento de la reciente crisis con la norma de los desembarcos selectivos, la firma del ministro de Interior Matteo Piantedosi, un fiel consejero de Matteo Salvini cuando estaba en el cargo en 2018. Las líneas maestras acortan la capacidad de maniobra de las ONG, que tendrán, por ejemplo, que atracar en puerto securo apenas hayan hecho el primer rescate. El objetivo del Gobierno es asegurarse que las naves de las ONG estén en territorio italiano el menor tiempo posible, por la consideración del propio Ejecutivo de que la presencia de ONG en el Mediterraneo es un aliciente para salir al mar por parte de las mafias que trafican con migrantes. Se prevén multas de hasta 50 mil euros y secuestro de las naves. El decreto no impide el rescate en el mar de migrantes por parte de las ONG, lo hace más complicado. Este quizás el tema que une más a los tres partidos de este Ejecutivo.
Por su parte, el otro gran tema pendiente fue anunciado este miércoles por el ministro de Asuntos Europeos y el Pnrr Raffaele Fitto que celebraba el hecho de que se habían alcanzado los 55 objetivos de los Fondos Europeos de Recuperación fijados para el segundo semestre de 2022 y que debían cumplirse antes del 31 de diciembre. El horizonte económico no se complica tanto como lo previsto hace unos meses, ante el duro invierno sin gas ruso. Tras las carreras estos dos meses la percepción de Meloni y de su Gobierno es que llegan los deberes hechos, a pesar de la fatiga y de que la fecha de la cita electoral se sabía de antemano que desordenaría todo el calendario de trabajo de estas primeras semanas. Sobre la efectividad de la administración italiana, con una burocracia conocida lenta y tediosa, Meloni bromea diciendo antes la prensa que si “nosotros los romanos hace dos mil años construíamos puentes en 10 días, creo que seremos capaces de hacer al menos algunas ahora”.