Los recientes asesinatos de niños en el campamento de desplazados de Al Hol, situado en el noreste de Siria y que acoge a decenas de miles de personas, suponen un reflejo de la dramática situación que atraviesan los internados en las instalaciones, que acoge a familiares de supuestos miembros del grupo yihadista Estado Islámico y que además está afectado por el brote de cólera.
Durante la jornada del lunes fueron hallados los cadáveres de dos niñas de nacionalidad egipcia que habían sido dadas por desaparecidas poco antes en el interior del campamento, según confirmó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. El organismo, con sede en Londres e informantes en el país árabe, indicó que ambas habían sido asesinadas con armas blancas y detalló que los cuerpos habían sido localizados en la sección 'Al Mohayerat' de Al Hol, que acoge a mujeres extranjeras.
Tras ello, Save the Children detalló que las víctimas tenían doce y 15 años, al tiempo que resaltó los peligros a los que hacen frente "a diario" las mujeres y niños que viven en Al Hol. "Esta noticia es absolutamente descorazonadora. Estas dos niñas estaban atrapadas en el campamento sin tener culpa de nada. Su muerte es un recordatorio de que ningún niño debería crecer en estos campamentos", sostuvo el director de respuesta de la ONG en Siria, Beat Rohr.
Los asesinatos fueron los primeros documentados en los últimos tres meses en el campamento --creado por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en 1991 durante la Guerra del Golfo y expandido tras la invasión de Irak en 2003--, donde se han registrado unas 30 muertes violentas en lo que va de año.
Médicos Sin Fronteras reseña en su informe 'Entre dos fuegos: peligro y desesperación en el campo sirio de Al Hol', que 79 niños murieron en 2021 en las instalaciones, al tiempo que destaca que el 64 por ciento de los residentes son menores de 16 años, con la mitad por debajo de los doce. Además, indica que entre las causas de la mortalidad infantil está la violencia, pero también los atropellos y las caídas en zanjas profundas de agua sucia.
"Hemos visto y oído muchas historias trágicas. Niños que mueren por prolongados retrasos en el acceso a la atención médica urgente", dice la responsable de Operaciones de MSF en Siria, Martine Flokstra. "Para los niños y sus cuidadores en Al Hol, recibir atención médica, cuando la consiguen, suele ser un calvario aterrador. Los niños que necesitan tratamiento en el hospital principal, situado a una hora en coche del campo, son escoltados por guardas armados y, en la mayoría de los casos, sin sus cuidadores, ya que rara vez se les autoriza a ir con sus hijos", denuncia.
Flokstra subraya que "Al Hol es en realidad una enorme prisión al aire libre" y añade que "la mayoría son niños, muchos de los cuales han nacido allí, a los que se les ha robado su infancia y se les ha condenado a una vida expuesta a la violencia y la explotación, sin educación, con un apoyo médico limitado y sin esperanza a la vista".
Diversas ONG reclaman que los países aceleren la repatriación de ciudadanos en este campamento y otros en el noreste de Siria, una zona controlada por las autoridades kurdas. Se cree que hay ciudadanos de cerca de 60 países en Al Hol y otros campamentos de detención, incluidos españoles.
Así, Save the Children destaca que desde 2019 han sido repatriados cerca de 14 000 niños desde Al Hol y Roj, si bien 11 000 niños y mujeres extranjeros siguen "atrapados" en estos campamentos, donde a los riesgos se suma el brote de cólera recientemente declarado en Siria.
MSF dice que la coalición contra Estado Islámico, encabezada por Estados Unidos, y los países cuyos nacionales están en el campamento "han fallado a sus ciudadanos". "Deben asumir la responsabilidad e identificar soluciones alternativas", argumenta Flokstra. "En lugar de ello, han retrasado o simplemente se han negado a repatriar a sus ciudadanos, llegando en algunos casos a despojarlos de su ciudadanía, convirtiéndolos en apátridas", denuncia.
En este sentido, lamenta que "todavía no hay alternativas a largo plazo para poner fin a esta detención arbitraria e indefinida" y advierte de que "cuanto más tiempo se mantenga a la gente en Al Hol, peor será, dejando a una nueva generación vulnerable a la explotación y sin ninguna perspectiva de una infancia libre de violencia".
La ONG indica en su informe que "bajo los auspicios del grupo de lucha global contra Estado Islámico se han aplicado políticas excepcionales que implican la detención indefinida y arbitraria de mujeres, niños y hombres en el campamento de Al Hol".
Estado Islámico se hizo a principios de 2014 con el control de Al Hol en el marco de su ofensiva relámpago, si bien las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) expulsaron a los yihadistas en noviembre de 2015, tras lo que el campamento reabrió en abril de 2016 para acoger a refugiados iraquíes. Aunque las instalaciones acogían a unas 10.000 personas en 2018, la cifra se disparó entre diciembre de ese año y marzo de 2019 hasta las 73 000 tras la toma por parte de las FDS de la ciudad de Baghuz, último bastión de Estado Islámico en Siria.
La Administración Autónoma para el Norte y el Este de Siria (AANES) ha advertido del peligro de la ausencia de ayuda internacional en la gestión de los campamentos, mientras que Estados Unidos alertó en septiembre de que Al Hol es "un caldo de cultivo para la próxima generación de Estado Islámico".
El general Michael Kurilla, del Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM), reconoció que los yihadistas "buscan explotar las horribles condiciones" en las instalaciones y subrayó que los residentes "son vulnerables a la radicalización". "Estado Islámico ve el campamento como una audiencia cautiva para su mensaje y sus esfuerzos de reclutamiento", explicó.
MSF reconoce que la AANES y las FDS "han estado mal equipadas y mal guiadas a la hora de gestionar los procedimientos de forma que cumplan los estándares y las leyes internacionales", antes de lamentar que ello ha derivado en "reiteradas violaciones de los Derechos Humanos y patrones recurrentes de violencia y explotación" en Al Hol.
Por ello, incide en que los residentes dicen encontrarse "atrapados entre dos fuegos": el de la "violencia extrema" por parte de yihadistas presentes en el campamento y las "cada vez más duras medidas de seguridad" de las autoridades kurdas para intentar controlar la situación. Así, afirma que la "demografía ideológica" de los residentes "es mucho más diversa de lo que sugieren las narrativas sobre su afiliación a Estado Islámico".
"En una palabra, lo que vivimos aquí es horrible. Estamos en Al Hol porque nos prometieron libertad y buenas condiciones de vida si abandonábamos Baghuz y se ponía fin a la guerra. Decidí salir de Baghuz. Ahora me arrepiento. Creí que sería cierto, que sería libre, pero nada. Si lo hubiera sabido hubiera preferido morir a venir aquí", relata un residente.
Una desplazada dice que "todo el mundo tiene una historia diferente" y que "no todo el mundo es de Estado Islámico". "Mi marido era de Estado Islámico y se llevó a mis hijos, por lo que me vi forzada a seguirle porque mi hija estaba con él. ¿Qué otra cosa podía hacer? No quería verme separada de ella y quería protegerla", afirma. "Mi familia me pidió que no me fuera y ahora no me hablan. No tengo a nadie fuera de Al Hol", lamenta.
MSF reclama por ello a la coalición que apoye a las autoridades para adoptar "medidas inmediatas" para "garantizar el bienestar, la protección y los derechos fundamentales de la población", incluidas medidas para "reducir la violencia, la inseguridad y las actividades criminales" y "fortalecer las capacidades para entregar ayuda humanitaria" en Al Hol.