Ni la edad, cumplirá 86 años el próximo jueves, ni sus problemas de salud, ni los escándalos sexuales, ni una condena penal. Nada ha impedido a Silvio Berlusconi volver a la primera fila de la política italiana tras una campaña electoral sin mítines por el país, salvo el pasado jueves en el cierre de campaña en Roma. El líder de Forza Italia ha limitado sus apariciones a entrevistas o discursos grabados en televisión y vídeos en redes sociales, sobre todo en TikTok, donde tiene 587.000 seguidores.
El magnate italiano, nueve veces candidato y cuatro veces primer ministro (1994-1995 / 2001-2005 / 2005-2006 y 2008-2011), apenas logrará un 8% de los votos, según los sondeos, muy por detrás de sus socios en la coalición de derechas: los ultraderechistas de Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, aspiran a lograr hasta el 25% y la Liga de Matteo Salvini, que puede obtener más del 12%. El bloque sumaría en torno a un 46%, suficiente para gobernar.
"Berlusconi quiere seguir vivo en un sentido político, con cosas por hacer, cosas que ofrecer, quiere 'estar ahí' el mayor tiempo posible", afirma Giovanni Orsina, profesor de política en la Universidad Luiss de Roma, a la agencia Reuters. "Él quiere que el país acepte que fue un estadista, no un convicto", añade. Incluso, el pasado enero , Il Cavaliere intentó sin éxito convertirse en jefe de Estado.
El multimillonario magnate de los medios, y dueño del modesto club de fútbol Monza, gobernó Italia por primera vez en 1994 y no pudo evitar que su último gobierno se hundiera en 2011 por una crisis de deuda y el escándalo de sus fiestas sexuales bunga bunga en Villa Certosa, en la isla de Cerdeña. En 2013, fue condenado por fraude fiscal y expulsado del Senado. Hoy es eurodiputado y arrastra problemas de salud. En 2016, se sometió a una cirugía cardíaca importante y en 2020 estuvo muy grave tras contagiarse de covid-19. Durante el último año ha estado entrando y saliendo del hospital aquejado de diversos dolencias.
Berlusconi ha cultivado la imagen de líder más moderado del bloque derechista, pero sus promesas electorales son tan generosas como siempre, incluidas pensiones mínimas de al menos 1.000 euros mensuales y una tasa única de impuesto sobre la renta del 23%. La mayoría de los analistas dicen que son insostenibles para las frágiles finanzas públicas de Italia.
Muchos no le perdonan que contribuyera a la caída del primer ministro saliente Mario Draghi, uniendo fuerzas con la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, al negarse a respaldar al exjefe del Banco Central Europeo en una moción de confianza parlamentaria el pasado mes de julio. Berlusconi ha fortalecido sus lazos con el líder de la Liga, Salvini, en un intento por frenar el dominio de Meloni. "Los votantes de Berlusconi son personas que no le han abandonado a lo largo de los años, personas que todavía creen en sus promesas, pero no obtiene nuevos votantes", aseguró el experto en encuestas Antonio Noto a Reuters.
Berlusconi ha tomado precauciones para evitar errores limitando en gran medida sus apariciones en los medios: discursos pregrabados y entrevistas sin desafíos en los tres canales de televisión nacionales que posee. Pero este jueves metió la pata al hablar de su amigo Vladimir Putin en una entrevista al programa Porta a Porta de la televisión pública RAI. El líder de Forza Italia afirmó que el presidente ruso fue "empujado" por su partido y sus ministros a invadir Ucrania y que el objetivo de Putin era "reemplazar el Gobierno de Zelenski por uno de gente decente". Un día después, y tras la polémica, tuvo que matizar su posición sobre la guerra en Ucrania asegurando que es "injustificable e inaceptable".
Hace un mes se unió a una avalancha de políticos italianos que recurrieron a TikTok para cortejar el voto joven. Se estrenó con un breve video con un "Hola chicos, aquí estoy", y admitiendo que estaba "un poco envidioso" de que la mayoría de sus espectadores eran menores de 30 años. Tampoco dejó pasar su antigua fama de mujeriego, y aseguraba que era el más guapo mientras tranquilizaba a los chicos diciendo que "les pedía el voto, no el teléfono de sus novias".
A pesar del inevitable declive del poder y la popularidad de Berlusconi, el profesor de política Orsina dijo que sus logros durante casi 30 años todavía lo convertían en "un gigante" en comparación con sus rivales. "Para bien o para mal, en los futuros libros de historia sobre Europa, Berlusconi tendrá cuatro o cinco páginas. La mayoría de los demás candidatos a esta elección difícilmente recibirán una mención", añadió.