Italia irá a nuevas elecciones este 25 de septiembre. Desde 1946, año en el que se instauró la República, el país ha visto 31 primeros ministros y 67 gobiernos con una media de poco más de un año en cada legislatura. Esa tendencia en la política del país transalpino se confirmó este julio una vez más cuando el Gobierno de coalición técnica de Mario Draghi perdió la confianza de tres de sus partidos fundamentales, la Liga de Salvini, Forza Italia de Berlusconi y el M5S de Conte, abocando al país a una nueva cita con las urnas este otoño. Es la primera vez en la historia reciente en la que la campaña electoral se está desarrollando en verano. No en cualquiera, en uno de los más tórridos de las últimas décadas y dentro del debate, además de temas como la inmigración, la guerra en Ucrania y la inflación, la ley electoral con la que se votará tiene también una presencia destacable. Marca cómo se encajarán los futuros votos de, aproximadamente, 50 millones de electores en Italia.
En todos estos años Italia ha tenido cinco leyes electorales diferentes que, en realidad, se corresponden solo con tres sistemas electorales: el proporcional puro, el sistema mayoritario con cuota proporcional o el sistema proporcional con un premio de mayoría. La ley electoral con la que se votará este mes de septiembre es conocida como el ‘Rosatellum’, nombre que cogió del jefe del grupo parlamentario del PD en la Cámara en el momento en el que fue creada, Ettore Rosato. Se aprobó en el año 2017 y ha sido usada solo en otra ocasión, en las anteriores elecciones de 2018. Establecen un sistema mixto mayoritario (para un 36% de los escaños) y proporcional (para el 64% restante) que funciona de la misma forma tanto para la Cámara como para el Senado. Se eligen, así, 600 personas que serán los representantes de los italianos. Básicamente significa que una parte, la proporcional, se distribuirá entre los partidos en función del porcentaje que recibirán a nivel nacional para la Cámara y a nivel regional para el Senado y, la otra, mayoritaria, se asignará en función de quién gane en ciertos colegios, en los que el candidato que obtenga un voto más obtenga el escaño. Así, gracias a esa última parte del modelo electoral, un escaño se gana con la victoria de lo que Italia llama ‘colegios uninominales’, elegidos por densidad de población.
Es precisamente en esa distinción donde está la clave: en la parte proporcional son 245 escaños en la Cámara y 122 en el Senado, un total de 367 de 600. Este sistema está vinculado a las listas a nivel nacional y regional que determinan de antemano los partidos. Pero aquellos asignados por el sistema mayoritario, aunque menos, son muy representativos. Son 147 en la Cámara y 74 en el Senado que suman en total 221. Estos son los que hacen que en el recuento, la victoria se decante por una coalición o por la otra. Cuando hablamos de coalición lo hacemos de las dos predominantes: el centro derecha de Salvini, Meloni y Berlusconi y el centro izquierda liderado por el PD de Enrico Letta con los múltiples pactos posibles. Así, es precisamente por cómo funciona la parte mayoritaria, la que en Italia llaman “colegios uninominales”, por la que se dice que esta ley “favorece enormemente las alianzas” y esto determina, al mismo tiempo, cómo se conjuga la campaña electoral estos días. Cuantos mayores acuerdos pre electorales se obtengan, más fuertes son los partidos el 25 de septiembre.
¿Cómo funciona la parte de “colegios uninominales”?
Un colegio es simplemente una parte del territorio italiano. Uninominal significa que solo un miembro del parlamento es elegido en ese colegio. Cada partido que se presenta solo y cada coalición presenta su propio candidato o candidata para cada colegio: si saca un voto más que sus opositores, es elegido para representar a ese colegio. Las alianzas fuertes son líderes porque donde se presentan unidas frente a unos candidatos que se presentan separados, ganan. Por ejemplo: imaginemos que en un colegio uninominal el centro derecha, como se prevé que haga, presenta un candidato único perteneciente a Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni, que lidera las encuestas. Por otro lado tanto el PD como el M5S presentan candidatos propios, no uno en coalición. Aunque sumando tengan un 60%, al presentarse separados y con dos candidatos tendrán 30% y 30% y, en la competencia, el candidato de Meloni tendrá un 40%. A pesar de que tiene menos votos que toda la izquierda la unión en la derecha gana y ese escaño será para ellos.
Roberto D’Alimonte, profesor especializado en el sistema político italiano en la Universidad Luiss valora la ‘Rosatellum’. “Esta vez la ley electoral será muy determinante porque no hay un ‘tercer polo grande’, como había en 2018 cuando el M5S no entraba dentro de la dinámica de coalición derecha o izquierda. La parte mayoritaria será el componente más destacado para llegar a la mayoría absoluta”, dice. “A todos los que son favoritos en las encuestas les interesa una ley así, por eso ahora a Giorgia Meloni y a toda la derecha le beneficia”, añade. “Los esfuerzos de la izquierda eran en esta línea, cuantos más partidos unidos mejor, la coalición sería más fuerte. Pero el problema es que sus programas de Gobierno en este momento chocan y es una estrategia casi imposible”, explica. De hecho, el centro izquierda desde hace días intenta aunar fuerzas pero no lo tiene fácil en un sistema político fragmentado y lleno de pequeños partidos. El mínimo para entrar en el Parlamento es del 3%, porcentaje bajo que favorece la entrada de más fuerzas políticas en un escenario de constelación de partidos en Italia.