Este lunes se ha celebrado en Edimburgo, capital de Escocia, el cortejo fúnebre en memoria de la reina Isabel II del Reino Unido. El adjetivo 'histórico' está muy desgastado, pero esta jornada se puede usar con todas las de la ley. La manera en la que los escoceses se han volcado con la monarquía británica no tiene precedentes: más allá de las colas, lo más sorprendente ha sido el silencio durante la procesión.
A primera hora de la mañana, cientos de personas se acercaban hasta la catedral para verlo todo en primera fila. Pertrechadas con cartas y juegos de mesa. Entre los asistentes, una mujer aseguraba que iba a estar el tiempo que hiciera falta. Escoceses de todos los rincones, dejando claro su origen, mostraban su admiración por la reina, considerada "un símbolo para el país", un "modelo".
"No pudo hacer mejor trabajo en 70 años", explica otro hombre. El féretro, antes de llegar a la Catedral de St. Giles, ha atravesado toda la zona medieval de Edimburgo. La comitiva ha sido recibida con un silencio sobrecogedor, solo roto por los gritos de 'Dios Salve al Rey'. Todo por decir adiós a su reina.