La última aparición pública de la reina Isabell II del Reino Unido ya despertó preocupación por su estado de salud. El pasado martes, cuando recibió a la nueva primera ministra, Liz Truss, se la pudo ver con un aspecto más deteriorado que en ocasiones anteriores. La monarca, mucho más delgada y encorvada, presentaba además las manos con un color azul, con un tono oscuro amoratado, como se puede ver en las fotografías del momento.
Algunos médicos del país, según medios locales, señalan que la reina parecía estar sufriendo problemas de circulación desde hace tiempo. Dos días después de aquel encuentro, el estado de salud de la monarca hizo saltar las alarmas en todo el territorio británico. Mismo día en el que se confirmó su muerte.
Los doctores que la atendían en el Castillo de Balmoral, en Escocia, recomendaron que se quedase bajo supervisión médica. Durante sus últimas horas de vida, gran parte de la familia real se desplazó hasta el lugar para estar con la reina en sus últimos momentos. El primero en llegar fue el príncipe Carlos, el futuro heredero de la corona.