De una OTAN en muerte cerebral, tal como se la calificó hace dos años, en la que pocos socios querían rascarse el bolsillo y sobre la que llegó a planear la incorporación de la Rusia de Vladimir Putin, a la nueva OTAN que sale de la cumbre en Madrid.
Miguel Ángel Benedicto, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, destaca el señalamiento de la amenaza rusa y de la rivalidad sistémica de China. La histórica mención al gigante asiático lleva para este país el sello de Estados Unidos.
José María Peredo, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea, cree que lo que la OTAN pretende ahora es vigilar el avance del poder y la influencia china, vital para Moscú. Sin embargo, el mandatario ruso cuenta también con el apoyo del resto de países del grupo BRICS, es decir, Brasil, India, China y Sudáfrica.
Todos ellos se han puesto de perfil con la invasión de Ucrania, pero han ido de cara en el comercio. La compra ingente de combustible ruso por parte de estas grandes economías emergentes alivia las sanciones de Occidente.
Benedicto cree que los rusos aguantarán más las sanciones que los occidentales. "Nosotros somos mucho más débiles y es probable que cedamos en cuanto tengamos que bajar unos grados la calefacción de nuestras casas", sentencia.