En Davos, Ucrania ha protagonizado gran parte de los discursos del foro económico más importante del mundo cuando se cumplen tres meses de la guerra. Sin embargo, más allá de la crisis que ha desatado a nivel internacional, la invasión rusa continúa arrasando el país. Por ello, este fin de semana, el Parlamento ucraniano avaló prorrogar la ley marcial hasta el próximo 23 de agosto. Ahora mismo, las tropas de Vladimir Putin centran toda su ofensiva en la región del Donbás, su principal objetivo.
Tras elogiar a los patriotas que intentan frenar el avance, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, denunció que el Ejército del Kremlin pretende matar al mayor número de ucranianos posible en el este del país. "El Donbás está completamente destruido. Es un infierno, y no estoy exagerando. Las fuerzas armadas de Ucrania siguen avanzando en la liberación de la región de Járkov", afirmó Zelenski.
La artillería rusa abre profundas heridas en Ucrania. Un país que, tras 90 días de invasión , resiste. Sus soldados aguantan con una elevada moral de combate en esta primera guerra de la era de Tik Tok, entre otras cosas, porque la llegada masiva de armas aliadas resulta definitiva para contener al enemigo ruso en Lyman, Severodoneskt o Lysichansk. Y es que Ucrania sólo se arrodilla ante sus muertos.
El avance ruso es lento en el Donbás, pero constante. Ningún bando puede todavía cantar victoria o asumir la derrota. Todo, a costa de la vida de miles de civiles, de una catástrofe humanitaria sin precedentes: 6 millones y medio de refugiados, 8 millones más de desplazados y más de un millón deportado a territorio ruso. Un cuarto de millón son niños.
Menores como Andrei y Vasili, quienes, a sus 12 y 6 años, combaten la guerra jugando a ella. Sin el escudo ya de la inocencia infantil, se esconden en trincheras en Kiev y fabrican armas con maderas. Es imposible saber cuántos combatientes como ellos hay hoy en Ucrania.