La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Tui, en la provincia de Pontevedra, ha acordado este viernes el archivo provisional del caso de Déborah Fernández-Cervera, la joven de la parroquia viguesa de Alcabre que desapareció el 30 de abril de 2002 tras salir a correr por la zona de Samil y fue hallada muerta, desnuda y sin signos de violencia, en una cuneta de O Rosal 10 días después.
La última diligencia pendiente de resolver, una prueba de ADN en la que se ha cotejado una muestra extraída al exnovio de la fallecida con varias evidencias existentes en la causa, ha arrojado un resultado negativo, lo que dificulta de forma definitiva que la investigación que lleva el juzgado pueda proseguir. Se han agotado todas las vías abiertas desde la reapertura del caso en 2019. La magistrada encargada del caso ha apuntado esta jornada, respecto a los motivos del sobreseimiento, que el acervo probatorio recabado contra el único investigado "no es suficiente para hacer una imputación verosímil de un hecho delictivo concreto". Concluye que "no constan indicios plurales y contundentes" para la imputación del exnovio.
"En el día de hoy se ha notificado a las partes del procedimiento penal seguido por la desaparición y muerte de Déborah Fernández-Cervera el resultado del análisis del ADN del único investigado, que como era esperado por la familia de Déborah, ha dado negativo con el análisis del semen hallado en el interior de la vagina de Déborah, con el semen hallado en pañuelo y preservativo que había junto a su cuerpo y con el pelo hallado en el levantamiento del cadáver", han indicado los representantes legales de familia de la víctima en un comunicado.
Los familiares han pedido el archivo final de la causa para hacerla pública y han lanzado críticas al juzgado, ya que, según han apuntado, no ha querido investigar "a los policías que se hicieron cargo del teléfono móvil de Déborah y que apareció más de 15 años después sin la tarjeta SIM". Además, consideraban que podía haber indicios contra el exnovio. Sin embargo, ahora ven cómo puede quedar absuelto de forma definitiva.
La resolución de la magistrada de Tui indica que "ni los testimonios recabados, ni la práctica de la exhumación del cuerpo de la víctima, ni la inspección de un arcón congelador propiedad en su día del investigado", arrojaron "ningún resultado positivo para la investigación", como tampoco lo hizo el análisis del teléfono móvil de la víctima. Además, destaca que la investigación sobre la supuesta manipulación y borrado del disco duro del ordenador de la chica no ha podido acreditar que dicho borrado fuera "intencionado y masivo", como sí sostiene su familia, tras la aportación de un informe pericial. A esto se suma la última prueba de ADN, con resultado negativo.
Según la magistrada, los elementos señalados por la acusación "son meras sospechas basadas en datos no acreditados o en contradicciones en las declaraciones del investigado o de testigos, pero sobre aspectos incidentales". En su resolución, recuerda que "no bastan meras afirmaciones de sospecha", y que "debe alcanzarse cierto nivel cualitativo de los indicios, que deben ser sólidos y conducir a un suficiente nivel de probabilidad de la autoría, superior a la posibilidad". Tal y como subraya, el investigado "ha explicado qué hizo esa noche y no se ha logrado evidenciar que fuera falso", y añade que "sus contradicciones y rectificaciones afectan a aspectos accesorios de su testimonio, pero no permiten afirmar, ni tan siquiera indiciariamente, que él estuvo con la víctima la noche de la desaparición y que además la mató, dejando su cuerpo en una cuneta".
Déborah Fernández-Cervera, de 22 años y residente en Alcabre, desapareció en la zona de Samil el 30 de abril de 2002 tras salir a correr. Su cadáver fue hallado desnudo y sin signos de violencia en una cuneta de O Rosal, a 40 kilómetros de Vigo, el 10 de mayo, 10 días después. En un momento se informó de que el cuerpo fue colocado con una escenificación y pruebas falsas para despistar a los investigadores. Las indagaciones duraron años y no fueron fructíferas, pero el 7 de noviembre de 2019 se reabrió el caso tras aportar la familia un testimonio que obligaba a practicar nuevas diligencias. Se reabrió la investigación, se citó a testigos y se procedió al análisis del disco duro del ordenador de la joven, sin que hayan trascendido resultados.
El 18 de mayo de 2021 se procedió a la exhumación de restos de la joven para análisis forenses. Se extrajeron muestras de ADN. El cuerpo de la joven fue sometido a una segunda autopsia. Los trabajos policiales determinaron nuevas vías de investigación al hallar pelo y fibras en las uñas de Déborah en junio de 2021. En febrero de 2022 declarñó el exnovio de la joven en calidad de investigado. Poco después, en marzo del mismo año, se descubrió que en las citadas uñas había ADN de un varón. La familia pidió esclarecer el perfil genético por todos los medios. Y los resultados de los análisis hallaron que correspondían a un vecino sin relación con el caso. En septiembre de 2022, en una comisaría de Madrid, apareció el teléfono de la joven viguesa, tras numerosos años desaparecido, así como otros objetos del caso. La expareja de Déborah, entonces, aceptó someterse a un tercera prueba de ADN. La cual ha resultado negativa, según ha trascendido esta jornada. Todas las investigaciones no arrojaron datos concluyentes sobre la muerte de la joven hace 22 años.
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