Escuchar el chasquido de las hojas secas que alfombran el sendero, bajo la suela de las botas de monte; el trino de un pájaro que rompe el silencio de una mañana en la que la neblina aún se mantiene suspendida y el olor de la tierra aún húmeda. En mitad del bosque, lejos del frenesí urbano, el oído, la vista y el olfato nos ayudan a zambullirnos en la naturaleza, o lo que es lo mismo, a practicar 'shinrin yoku', una sencilla y terapéutica práctica de origen japonés, eso sí, en pleno corazón de Guipúzcoa.
“No es una actividad de senderismo”, recalca Violeta Torán Pereg, “es una actividad sensorial de conexión a través de los sentidos”. De la mano de esta donostiarra nos adentramos en el cercano monte Ulia, allí donde ella se siente “protegida”, “en calma”. Este espacio es uno en los que Basona organiza 'baños de bosque', pero no el único. De hecho, Violeta apuesta por ampliar el término a 'baños de naturaleza', porque lo mismo “podrían hacerse en la playa o en un parque urbano”, como el parque Cristina Enea, Ametzagaina, Lau Haizeta o Aiete.
Violeta es junto a Ibon Sarasola Monzón el alma de Basona, un proyecto empresarial que nació y, no por casualidad, aquel inaudito 2020, en plena pandemia del coronavirus. El cierre de los centros educativos dejó sin trabajo a estos dos profesionales que llevaban desde 2008 en el sector de actividades de sensibilización ambiental, Violeta lo recuerda sin acritud, porque “aquello nos dio la oportunidad de crear este proyecto de vida”, al que llamaron Basona.
Desde aquí se dedican a realizar actividades relacionadas con el medioambiente y la educación y también a ejercer de guías de ‘baños de bosque’ y de ‘terapias de bosque’.
Los baños de bosque son “una práctica de bienestar basado en la naturaleza” que “no hemos inventado nosotros”, admite risueña. Hay que remontarse a la década de 1980, cuando el país nipón, alarmado por los altos niveles de estrés y ansiedad, volvió la vista hacia la naturaleza y “hoy en día, los baños de bosque están incluidos en el sistema sanitario”. Se ha comprobado que estas experiencias mejoran la calidad del sueño, el estado de ánimo, ayudan a gestionar el estrés y a minimizar la depresión y la ansiedad. Además, entre los beneficios físicos se cuentan el equilibrio de la tensión arterial, la mejora de la salud cardiovascular y del sistema inmunitario.
De los más de 40 baños de bosque que realizaron el pasado año, algunos destinados al público general y otros con un objetivo más terapéuticos y programas gracias a la red tejida con otros organismos y que ha permitido acercarse a esta práctica a “personas con enfermedades mentales, mujeres en riesgo de exclusión social, profesorado con alto nivel de estrés o mayores aquejados de soledad”.
Muchos de quienes participan de esta práctica repiten la sensación de “calma”, “bienestar” o “tranquilidad” que perciben al término de la misma. Ser capaces de redescubrir con una mirada nueva un lugar de sobra conocido o simplemente, sacar un rato para uno mismo son otros de los aspectos que valoran quienes se han bañado con Basona.
La primavera y el otoño, son los dos meses en los que se concentran más salidas a la naturaleza, pero Violeta insiste en poner en valor “la sensorialidad de la lluvia”. Del 12 de marzo al 11 de junio, en formato de una sesión semanal de dos horas y en dos grupos, en euskera y castellano, Violeta de la mano de Donostia Kultura organizará ocho ‘baños de bosque’ en Aiete. El único requisito es “llevar ropa cómoda” y acudir dispuesto a escuchar, oír, ver y sentir la naturaleza como nunca antes.
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