A Elena le esperan cuatro horas limpiando un colegio pese a ir en silla de ruedas: "Ayer me dijeron que no fuera y hoy que vaya"

  • No ha conseguido la incapacidad permanente, pese a su 49% de discapacidad reconocida

  • Sufre fatiga crónica y fibromialgia "porque doy cuatro pasos y ya no aguanto"

  • LAB denuncia que la Seguridad Social y dos empresas de limpieza las obligan a trabajar con andador y silla de ruedas

Elena Escudero denunciaba ayer que la obligaban a ir a trabajar limpiando un colegio, a pesar de tener que moverse en silla de ruedas. Este miércoles, a las 17 horas tenía que ir al Colegio Mendillorri de Pamplona, pese a sufrir fatiga crónica y fibromialgia, dolencias que la obligan a desplazarse con un andador por su casa y en silla de ruedas, cuando sale a la calle. La empresa le comunicó, finalmente, que no debía ir, pero hoy la ha vuelto a convocar.

“No puedo”, clamaba esta mujer que lleva 29 años trabajando en la limpieza, pero que, desde hace cuatro, ha visto su vida reducida a ir “de la cama al sofá y del sofá a la cama”.

Parecía que su llamada de auxilio, sumada a la presión mediática y sindical, habían surtido efecto porque, en el último momento, recibió un mensaje de la empresa de limpieza para comunicarle que no se incorporara a su puesto, hasta que la dirección recibiera el informe de aptitud del servicio de vigilancia de la salud antes de adoptar una decisión. Sin embargo, solo unas horas después, Elena recibía el aviso de que debía acudir hoy mismo a trabajar. “Esto no se ha acabado”, lamentaba.

La empresa le comunicaba esta misma mañana, a través de un mensaje en su teléfono, que ya disponían del “informe de aptitud” con la valoración que le habían hecho a Elena y que esta tarde, a las 16 horas, debe presentarse en su trabajo.

16 retretes y un "pesado" carro de limpieza

Cuatro horas empujando un carro de limpieza cargado de cubos llenos de agua, algunos de 15 litros para fregar escaleras, pasillos y limpiar 16 retretes. Una tarea que esta trabajadora viene desempeñando desde hace casi tres décadas, pero que la fatiga crónica y la fibromialgia que padece desde 2020, ahora mismo, le impiden afrontar. “Si no fuera por mi marido, tendría que estar en una residencia”, lamenta.

Ayer calificaba de “increíble” que la obligaran a ir a trabajar durante cuatro horas, limpiando un colegio de Pamplona, mientras está en silla de ruedas. En el último momento, la empresa le pedía que no se incorporara y parecía que Elena había ganado esta “primera batalla de la lucha por la salud y la integridad física”, pero horas después recibía “un nuevo palo”. La trabajadora resignada dice que acudirá a trabajar hoy mismo, en silla de ruedas.

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