La noticia del fallecimiento de dos montañeros vascos, de 26 y 27 años, este miércoles, tras soltarse la cuerda que les sujetaba y caer desde 100 metros de altura durante el descenso del Mont Blanc de Tacul (4.248 metros), ha sobrecogido a Usurbil y Oiartzun, sus localidades natales. “Aún seguimos sin poder creer la trágica noticia”, reconocía el alcalde de Lezo, Mikel Arruti que se dolía especialmente por la juventud de las dos víctimas mortales.
El paisaje del País Vasco es abrupto, lleno de montes y valles. Tal vez sea esa la razón que explique el enigmático poder de atracción que la montaña siempre ha ejercido sobre los vascos. En estas tierras montañosas han nacido algunos de los alpinistas que han hecho historia, sus nombres forman parte de las grandes gestas, a pesar de que algunos han pagado un alto precio por su amor a la montaña.
El montañero vasco Juanito Oiarzabal (Vitoria, 1956) advierte de que en la montaña, a pesar de la experiencia, no te puedes confiar porque "muchas veces, en el punto más tonto es donde tienes los accidentes".
El montañero vasco ha lamentado profundamente la muerte de estos dos jóvenes "con mucha experiencia" en un accidente que ha podido estar producido por distintos factores, uno de ellos la transformación de la nieve, ya que “a primera hora de la mañana la nieve está dura, pero a medida que pasa el día se va transformando y a última hora es cuando más riesgo hay”, especula Oiarzabal que reconoce que, en este caso concreto, no conoce más detalles.
A finales de este pasado mes de julio se cumplían 24 años de la muerte del montañero guipuzcoano Félix Iñurrategi tras coronar junto a su hermano Alberto el Gasherbrum II, un coloso de 8.035 metros en el Himalaya pakistaní. Durante el descenso, Félix resbaló y murió. Se quedó en la montaña para siempre.
El 19 de enero de 2023, a Amaia Agirre e Iker Bilbao, un alud de nieve húmeda los arrastró al pie del Fitz Roy, en la Patagonia. A los dos alpinistas vascos se les buscó sin éxito. Dos días después, la Comisión de Auxilio del Centro Andino El Chaltén dio por finalizado el intento de rescate. Amaia Agirre e Iker Bilbao quedaron sepultados para siempre en una grieta del glaciar.
Los escaladores vascos Iker y Eneko Pou, saben bien lo que es perder amigos y compañeros en la montaña. Así recordaban hace un año en sus redes a Amaia Agirre e Iker Bilbao.
Los dos últimos montañeros fallecidos eran de Guipúzcoa, un territorio que sabe bien lo que es perder a varios de sus vecinos en las montañas. Solo en lo que llevamos de 2024, cuatro guipuzcoanos han muerto en distintos accidentes ocurridos en el monte. El último, antes de la tragedia ocurrida este miércoles en el Mont Blanc, fue el pasado 9 de mayo en el Barranco de Sía, en el Pirineo. Un donostiarra de 47 años moría al caer desde 35 metros de altura mientras rapelaba. Un mes antes, en abril, un montañero de 38 años de Hernani fallecía al sufrir una caída en Peñas de Aia, en Lesaka. Desde 2020, 11 montañeros guipuzcoanos han sufrido accidentes mortales en la montaña.
En un país en el que la morada de la diosa más importante de la mitología no es un palacio, sino una cueva en el monte Anboto, y en el que el mejor plan para empezar el año con buen pie pasa para muchos por subir el 1 de enero al monte Gorbea, solo puede ser porque aquí, las montañas son mucho más que parte del paisaje, en realidad, forman parte del carácter de los vascos.
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