La vorágine de la ciudad, muchas veces, nos hace vivir de espaldas a lo que ocurre a tan solo unos kilómetros de distancia, en los pueblos y en los caseríos que salpican los montes de la geografía vasca.
Basta un breve trayecto en coche por las carreteras de Euskadi para poder admirar esas edificaciones que aquí y allá se levantan en medio de verdes praderas: ¿Quién vivirá ahí?, ¿cómo será su día a día?, ¿cómo se mantienen esos enormes caseríos centenarios?, preguntas que se agolpan tras el cristal de la ventanilla del coche y a las que nadie responde.
Para tratar de responder a esas y otras preguntas, nació hace una década la iniciativa ‘Ongi Etorri Baserrira!’ (¡Bienvenido al caserío!, en castellano).
Este año, durante dos días, el 5 y 6 de julio, casi una veintena de caseríos vizcaínos y guipuzcoanos hacen sus propias jornadas de puertas abiertas para volver a hermanar el mundo rural y urbano vasco.
La experiencia inmersiva en la vida de un 'baserri' es gratis, pero eso sí hay que inscribirse antes del 3 de julio en la web Ongi etorri Baserrira! Una vez escogido el caserío a visitar, los anfitriones darán a conocer su caserío, la familia que allí vive y mostrarán a los visitantes de la ciudad cómo se ganan la vida.
Los hay que producen miel, otros elaboran quesos con la leche de sus rebaños de ovejas, algunos hacen cuajadas con la leche de sus vacas y hay quien se dedica a la cría de vacas de carne. Pero, ahí no se acaba, se podrá visitar un caserío en el que elaboran sidra de sus propios manzanos, otro que produce setas shitake y hasta, quien fabrica bicicletas de madera.
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