Los tiempos cambian y los trucos para copiar en los exámenes se vuelven más sofisticados. Olvídense de escribirse parte del temario en la palma de la mano, en el boli bic o en el dobladillo de la falda, ahora la picaresca hecha mano de los dispositivos electrónicos, que esconden entre su ropa para que alguien desde fuera les chive las respuestas.
A grosso modo, ese es el sistema que la Guardia Civil ha pillado ya a dos personas que se examinaban para la obtención del permiso de conducción en la Jefatura Provincial de Tráfico de Vizcaya. Al primero le descubrieron ‘in fraganti’ el pasado mes de abril, al segundo este mismo mes de mayo.
En ambos casos los estafadores se apoyaban en una persona que desde el exterior les facilitaba las respuestas correctas de la prueba, pero los ‘modus operandi’ eran distintos. Así, mientras que uno de ellos, antes de entrar al ejercicio, se colocó colgado del cuello el dispositivo que comunica de forma inalámbrica el móvil y un auricular que lleva en el interior del oído. Una llamada telefónica mantiene comunicado de manera continua vía audio a quien hace el examen con una persona del exterior. Una vez comienza el examen, la persona examinada va dictando las preguntas a la otra del exterior de forma muy discreta. Los elementos utilizados son indetectables, salvo que se proceda al cacheo del examinado.
En el segundo caso, el examinado, en una vuelta de tuerca del sistema aún más sofisticada, portaba una cámara oculta en una de las letras bordadas en su cazadora, situando el emisor inalámbrico en el interior del bolsillo de la chaqueta e instalando una aplicación móvil donde vinculaba la cámara y el pinganillo al terminar. Antes de entrar en el aula, el examinado realiza una videollamada a la persona del exterior, de tal manera que esta última puede observar todo lo que sucede dentro de la clase. Una vez que centran la cámara comienza a contestar el examen con las respuestas que su cómplice le facilita.
En estos dos casos, las acciones ilícitas fueron contempladas como infracción muy grave a la Ley de Seguridad Vial, la cual conlleva sanciones de 600 euros y la prohibición de volverse a examinar hasta transcurridos seis meses. Tal vez para entonces se les quiten las ganas de innovar y prefieran clavar los codos para asegurarse un aprobado en el teórico.
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