Aunque sorprenda, también hay negacionistas de la vacuna entre trabajadores de hospitales, centros de salud o residencias que no dan su brazo a vacunar. Sanitarios y no sanitarios. Son más de dos millones de profesionales, de los que 82.500 no tienen siquiera una dosis. Uno de cada 10 no ha completado pauta; una minoría que decepciona y a la que tratan de convencer los órganos profesionales.
“Ellos pueden ejercer de agentes transmisores del virus en la población más frágil y más vulnerable, que son la de los enfermos”, señala Tomás Cobo, presidente de la Organización Médica Colegial.
No hay norma que obligue a vacunar, pero sí consecuencias para los sanitarios reticentes: “Se les ha tratado de apartar de lo que es la pura actividad asistencial”, explica.
El riesgo de los no vacunados y el incremento de infecciones lleva a la Sanidad del País vasco o a la de la Comunidad Valenciana a pedir directamente a sus profesionales nada de reuniones y fiestas en el trabajo.
Expertos como el anestesiólogo Jorge Puchol, del Hospital la Fe y delegado de la Confederación Estatal Sindicatos Médicos, incide en la necesidad de “limitar los grupos elevados de personas” ante el aumento de los contagios.
En el camino, faltan fuerzas y medios, señalan los sanitarios, aunque sigue primando la responsabilidad y los objetivos se centran ahora en las dosis de refuerzo de la vacuna.
Seguir incrementando el ritmo de vacunación y perseverar en la “cultura del cuidado” y la prevención, como insiste en repetir la ministra de Sanidad, Carolina Darias, es el gran objetivo con las Navidades a la vuelta de la esquina y el puente de la Constitución ya en marcha. La situación, con la variante ómicron ganando terreno poco a poco y los contagios disparándose hasta dejar en España una incidencia que roza los 250 casos por 100.000 habitantes, lo demanda.