El volcán de La Palma no trae solo destrucción. Las fajanas han cambiado la costa de la isla canaria. En ella ya se observan pequeñas playas volcánicas, que serán disfrutadas por vecinos pero también y sobre todo por los turistas.
A vista de pájaro ya se observa cómo van a quedar las nuevas playas de La Palma: son pequeñas extensiones de tierra negra entre grandes cantidades de lava solidificada.
Las dos fajanas originadas durante los tres meses de erupción del volcán de Cumbre Vieja ocupan tanto espacio como el Vaticano. Son más de 48 hectáreas de nuevo terreno sobre la costa del Valle de Aridane, con 1.500 metros de longitud y una anchura de 3.350.
Las playas en los deltas lávicos se forman debido a la erosión que causan las olas al llegar a la costa. Un fenómeno de la naturaleza que lleva semanas observándose en las fajanas. Los vecinos dicen que las nuevas playas son parecidas a muchas otras que ya dibujan La Palma, una isla de origen volcánico.
Mientras esas bonitas playas se siguen formando, los palmeros cuentan las horas para que los expertos den por finalizada la erupción del volcán de Cumbre Vieja. De seguir así todos los parámetros que vigilan los geógrafos eso ocurriría en Navidad.
Tras una semana de clama, lo que más preocupa a los científicos es el nivel de gases, que en las zonas de exclusión aún puede ser elevado y acumularse, sobre todo, en las platas bajas de las viviendas. Aunque las autoridades trabajan ya para que los palmeros puedan volver a sus casas –si no la han perdido- aunque queda mucho por delante.