La afirmación de que España tiene unos horarios irracionales en comparación con el resto de países es refutada por algunos científicos, que, sin embargo, coinciden en la necesidad de comprimir una jornada laboral excesivamente larga para favorecer la conciliación.
Existe un debate en torno a la conveniencia de modificar el huso horario y abandonar los cambios de marzo y octubre -decisión que debe adoptarse en el seno de la Unión Europea en 2021- en el que se suele subrayar que los hábitos de comidas, consumo televisivo y sueño son diferentes en España. Sin embargo, hay un convencimiento amplio de que es necesario acortar los descansos y adelantar la salida del trabajo, así como favorecer la conciliación familiar y la igualdad del reparto de tareas entre hombres y mujeres.
Las restricciones impuestas por la pandemia han avivado estas reflexiones, como demuestra la campaña emprendida por la patronal Hostelería de España para pedir el adelanto de las cenas a las 20.00 horas, con el fin de mitigar las consecuencias perjudiciales de los toques de queda.
El cambio de huso para que España adopte el horario de Londres, de donde parte el Meridiano de Greenwich, el llamado Tiempo Universal Coordinado + 0 (UTC +0), llegó a figurar entre las propuestas del expresidente del Gobierno Mariano Rajoy en 2016 y había sido planteada anteriormente por el PSOE y Ciudadanos. Quienes abogan por ella, como la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), señalan que su adopción sirve de poco si no se acompaña de mejoras sociolaborales. No obstante la consideran necesaria para adecuar el ritmo biológico a la luz solar y recuerdan que el Meridiano de Greenwich atraviesa el este peninsular español. Por el contrario, Jorge Mira, catedrático del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, rechaza con contundencia esa teoría. "Decir que España tiene un problema con su huso es decir que España es estúpida y ningún país es estúpido porque todo el mundo ha aprendido a hacer las cosas en el momento óptimo", asevera en declaraciones a EFE.
Mira niega que España tenga un desfase con la luz solar y argumenta que el establecimiento de la hora es solo una convención, una medida, que no altera los comportamientos, similares a los de países con la misma latitud, como Italia y Portugal. Para ello cita el trabajo del profesor de Física de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla.
A partir de datos recogidos por la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), Martín Olalla ha comparado la conducta de los españoles con la de otros ciudadanos comunitarios en función de la posición del sol y el resultado son curvas gráficas muy parecidas. Mira añade que en el Reino Unido y Portugal las comidas o las horas de los informativos suceden al mismo tiempo que en España, solo que en esos países el reloj marca una hora menos. Por ello, cree que el cambio de huso no traería ningún beneficio y sí conllevaría un trastorno para una población que lleva 80 años acostumbrada a esta escala temporal.
Para el presidente de ARHOE, José Luis Casero, sí existe "una discrepancia entre la hora de luz solar y la hora oficial", por lo que rechaza mantener la convención temporal solo porque sea una costumbre. Al respecto, el Grupo de Trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño cree que la implantación del huso UTC+0 y +1 -con el mantenimiento del cambio de hora estacional- tendría consecuencias positivas pero también un gran impacto en los hábitos de la ciudadanía, explica su coordinadora, María José Martínez Madrid.
De acuerdo con lo expuesto por esta cronobióloga, "el sol saldría una hora antes facilitando un despertar más natural", con un adelanto de los "horarios de alimentación y sueño" que "permitiría dormir más tiempo". "Sin embargo, durante todo el año la puesta de sol tendría lugar una hora antes, lo que supondría un cambio también de hábitos de vida muy drástico", explica Martínez Madrid, quien aboga por mantener el horario de invierno UTC+1 todo el año.
Precisamente la falta de acuerdo entre los expertos ha propiciado que el debate sobre el cambio de hora estacional siga en estudio en España hasta 2021. Así lo decidió el Gobierno en marzo de 2019, tras recibir el informe de la Comisión constituida para analizar esa modificación, de la que forman parte tanto Mira como Casero.
La necesidad de adoptar el huso de Greenwich ha sido defendida en ocasiones con el argumento de que era el que regía en España hasta que Franco lo cambió en los años 40 para hacerlo coincidir con el de la Alemania de Adolf Hitler y así ganarse su simpatía, en una teoría sin base histórica.
En el artículo "La hora oficial en España y sus cambios", publicado en el Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid de 2013 y actualizado en 2017, el astrofísico Pere Planesas detalla las sucesivas modificaciones que se produjeron durante la Guerra Civil y la posguerra, tanto en la República como en el bando nacional y la dictadura. Planesas manifiesta que a raíz de la documentación existente "no parece que pueda afirmarse que durante la guerra España adoptara el horario alemán" por "influencia o simpatía".
No está claro el origen de la interpretación ideologizada del cambio horario, de la que se desmarcan los defensores del huso UTC+0, como el empresario y miembro de ARHOE Jos Collin, quien analizó esas alteraciones de los años 40 en una ponencia en la Subcomisión para el estudio de la Racionalización de Horarios del Congreso de los Diputados. Collin niega ser el autor de la teoría, que atribuye a una interpretación posterior.
Entre las reivindicaciones de ARHOE destaca la reclamación a las cadenas de televisión generalistas de que finalicen su horario de máxima audiencia a las once y media de la noche. Casero apunta que la prolongación del "prime time" contribuye a que los españoles duerman una hora menos que el resto de ciudadanos europeos, una cifra que coincide con los datos difundidos por el Comité Español de Acreditación Medicina del Sueño (CEAMS) en 2013.
El análisis de Miguel Ángel Sánchez González, psiquiatra de la Unidad multidisciplinar de sueño de la Fundación Jiménez Díaz, es diferente. "No creo que en nuestro país durmamos peor que en otros sitios", expone con cautela ante la falta de un mayor número de estudios sobre los hábitos de descanso de la población española. Su opinión es que "la privación de sueño por el estilo de vida es un problema que afecta a Occidente en su totalidad" y posiblemente en España sea similar al de los estadounidenses.