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Aunque el coronavirus haya puesto el mundo patas arriba, hay algunas cosas que se siguen manteniendo. Una de ellas es el cada vez más polémico cambio horario que se produce cada último domingo de octubre.
Así, este domingo día 25, tendremos que retrasar nuestros relojes una hora: a las 3 volverán a ser las 2. Este cambio está fijado por la Unión Europea en su Directiva 200/84/CE de 2001, pero parece cada vez más tener los días contados. El pasado 2019 se acordó la eliminación del cambio de hora bianual en la Unión Europea, pero se retrasó esta eliminación hasta el año 2021. Este podría ser, por tanto, el penúltimo año que cambiásemos la hora.
Mientras que ese momento llega, este octubre sí que se volverá al horario de invierno, con las consecuencias que esto conlleva, más aún en medio de una pandemia. Sobre esta confluencia de ambos, el horario de invierno y el coronavirus, los expertos aseguran que puede afectar aún más negativamente en el estado anímico, ya tocado desde el inicio de la pandemia.
Al anochecer cada vez más pronto se suelen reducir más nuestras reuniones sociales: al terminar de trabajar puede parecer ya demasiado tarde, y el tiempo no suele acompañar, por lo que el ocio se suele ir reduciendo.
Este cambio también influye negativamente a las personas más vulnerables como los mayores o las personas que viven solas, que pueden sentirse aún más separadas de las pocas interacciones que mantenían.
Además los cambios horarios también suelen afectar al sueño y al descanso de las personas. Al pasar al horario de invierno, al dormir, se ganará una hora más de sueño y eso afectará en menor medida, pero a medida que avancen los días, al ir anocheciendo antes, puede generar problemas para conciliar el sueño.
En septiembre del año pasado la Comisión Europea propuso acabar con el cambio de hora ese mismo 2019, tras la encuesta pública que recabó un número récord de respuestas (4,6 millones) y que reveló que un 84 % de los ciudadanos europeos quería terminar con esa práctica, siendo un porcentaje mayor (90 %) en el caso de España.
Consecuentemente, el Parlamento Europeo pidió poner fin al cambio de hora a partir de 2021 y permitir a cada país elegir si quiere mantener el horario de verano o el de invierno, quedando la directiva eliminada.
"España no está obligada a dejar de hacer el cambio horario, sino que deja de estar obligada a tener que hacerlo obligatoriamente", afirmó José Canseco, miembro de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios.
En su opinión, lo ideal para España es quedarse en el "mal llamado horario de invierno".
La comisión de expertos propuesta por el Gobierno de España llegó prácticamente por unanimidad a la decisión de que los dos cambios de hora al año "no tenían sentido" e implicaban desventajas en la sociedad y un desajuste de hábitos, mientras que por otro lado no ofrecía ventajas desde un punto de vista social, económico o de ahorro.
El experto aseguró que Europa tiene potestad para derogar la directiva, pero no de elegir cuál es el huso horario en el que va a estar cada país, cuya potestad pertenece al Gobierno, por lo que la decisión de mantener a España (excepto en Canarias) en GMT+1 (horario de invierno) o pasar al de verano (GMT+2) no lo decidirá la Comisión Europea.
"Quiero pensar que va a haber una coordinación en la decisión de en qué huso horario debe estar cada país para que no nos perjudique en un futuro y no afecte al comercio", aseguró Canseco, que a pesar de lo que dicen las encuestas del CIS, que revelan que un 64 % de los españoles prefiere el horario de verano, cree que lo más lógico es quedarse con el huso acorde con la situación geográfica y las horas de sol.
De hecho, Canseco es partidario de que España en su conjunto cambie de huso al GMT, el que tiene actualmente el archipiélago canario, acorde con el de Portugal o Reino Unido, lo que beneficiaría a la comunidad de Galicia, ya que, según el experto, con el "desfase" de dos horas "no amanecería en los meses de verano hasta casi las 10 de la mañana".