Si a nosotros los drones nos están permitiendo ver la actividad del volcán en todo su esplendor imaginen lo que está suponiendo para los científicos. Una herramienta imprescindible para seguir con exactitud la evolución volcánica minuto a minuto.
La UME lo vigila de forma constante. Deben saber el avance de la lava para prever en qué puntos puede ser necesaria su intervención. Otras instituciones los usan para monitorizar la actividad en el mismo cono del volcán o para controlar el recorrido del humo y las cenizas.
Los científicos se dirigen hacía la boca principal del volcán, se van a situar a unos 800 metros no se pueden acercar más, pero van a tener un vista privilegiada. Los drones se han convertido en los ojos de los técnicos. Con estas arenonaves distinguen entre una nueva boca o una grieta y observan la intensidad con la que sale la lava. Incluso pueden medir la temperatura y valorar el avance de la colada. Todo este material se analiza en tiempo real y más minuciosamente en las reuniones de los expertos. Gracias a los drones pueden conocer minuto a minuto cómo se comporta el volcán.