Una espectacular fotografía tomada desde un dron, firmada por el fotógrafo Emilio Morenatti de la agencia Asociated Press y que abre la portada del diario Wall Street Journal, muestra una casa semiisepultada por la ceniza volcánica del Cumbre Vieja, el volcán de la isla de La Palma que lleva ya más de 75 días en erupción. Pero la fotografía muestra cómo frente a la casa, en lo que antes era su jardín, se ha abierto la nueva boca que expulsa a diario toneladas de lava.
Muchos medios internacionales, al igual que los españoles, siguen muy de cerca la información de la erupción del cumbre vieja y cómo está afectando a los habitantes de La Palma. Las imágenes que se obtienen cada día de las erupciones y la actividad volcánica abren, como en este caso, las portadas e informativos de muchos medios fuera de nuestro país.
El fotoperiodista Emilio Morenatti ha publicado la fotografía en su cuenta de Twitter contando cómo se ha abierto esta nueva 'fuente de emisión' del volcán justo a las puertas de esta casa abandonada en la ladera del Cumbre Vieja. En el mismo hilo de la publicación, el fotógrafo de AP publica otra fotografía de la misma casa, tomada hace unas semanas, dónde puede compararse la magnitud de la nueva boca (del tamaño de un coche)..
Nius ha entrevistado a la propietaria de la casa que se puede ver en la fotografía. Amanda Melián, de 33 años, no da crédito cuando ve las imágenes: "Nunca jamás en mi vida pensé algo así. Nunca imaginé que el volcán del que huía estaba justo debajo de mi casa", afirma. Con dos hijos pequeños, Amanda tuvo que abandonar su casa el pasado 19 de septiembre, el día que el Cumbre Vieja despertó.
Aunque ya había visto su casa casi sepultada por la ceniza, Amanda tenía esperanzas de poder volver cuando se detuviera la erupción y recuperar su casa y su antigua vida, una vez retirada la ceniza que lo cubre todo. Ahora, tras ver cómo la tierra se ha abierto en el lugar dónde antes plantaba sus árboles frutales, la esperanza se desvanece: "Tenía esperanza de poder ir a casa a quitar la ceniza. Nos decían que está en zona de exclusión, que los gases son muy peligrosos, pero yo veía a vecinos de más abajo que podían ir y pensaba que me tocaría pronto".