El volcán de La Palma lleva expulsando lava desde el pasado 19 de septiembre. Una semana antes, los científicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) alertaron de lo que estaba a punto de ocurrir. Sin embargo, la revista Science fija en 2017 ese “malestar volcánico” que indica que algo iba a ocurrir en la montaña.
Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) avisó de que entre los años 2009 y 2010 se observó el "inicio de una fase de disturbios". Y Aunque "los disturbios se aceleraron hasta el punto en que parecía probable una erupción solo 8 días antes de que el magma saliera a la superficie" en septiembre de este año, según Science ya en 2017 se detectó el llamado “molestar volcánico”.
Tras cinco décadas de reposo, el volcán de La Palma volvió a despertar con fuerza, según la revista científica. "La erupción se había estado preparando durante cuatro años", explica el vulcanólogo del Queens College de Nueva York, Marc-Antoine Longré, sorprendido por la "importante explosividad" del volcán.
Con otros volcanes, los expertos suelen poder valerse de sus patrones previos para adivinar su comportamiento, Sin embargo, con el volcán de Cumbre Vieja no ha sido posible porque llevaba un periodo de inactividad más largo.
El volcán de La Palma ha tenido hasta seis erupciones entre 1500 y 2020, con periodos de reposo muy variados, desde los 24 años hasta los 237. La última erupción fue en 1971.
Entre los años 2000 y 2016, los sistemas del IGN apenas registraron seis eventos de baja magnitud bajo la superficie de La Palma. Sin embargo, en octubre de 2017 se produjo un enjambre sísmico qque provocó 128 terremotos en 8 días. En 2018 ocurrió algo similar.
Los científicos creen que estos enjambres sísmicos fueron el "primer signo de disturbios volcánicos, aunque algunos lo colocan incluso antes". Durante los dos años siguientes hubo menos temblores: 53 eventos.
Sin embargo, a partir de junio de 2020, se detectan seis enjambres sísmicos, que van desde los 14 hasta los 160 eventos hasta febrero de 2021.
“A partir del 11 de septiembre de 2021, los patrones de los disturbios previos cambiaron sustancialmente. El número de terremotos detectados aumentó rápidamente a varios cientos por día. Estos eventos se agruparon a profundidades mucho menores (<12 km) y tuvieron una magnitud media mayor que la sismicidad anterior. En particular, y en contraste con enjambres anteriores, esta actividad estuvo acompañada de una marcada deformación del suelo, causada por una migración de magma poco profunda”.
Lo siguiente fue lo que grabaron las cámaras de televisión –ya avisadas de lo que podía ocurrir en La Palma gracias al trabajo de los técnicos del IGN- el 19 de septiembre de 2021, cuando se abrieron "dos fisuras eruptivas de unos 200 m de largo en el flanco noroeste del volcán en forma de cresta, a 1 km sobre el nivel del mar y 2 km al este del pueblo de El Paraíso", según Science.